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Llegada de Sydney
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Llegada de Sydney
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Ya habíamos salido del coche, mi abuela ya lo estaciono y ahora nos encontabamos en camino hacia la enorme puerta que conducia a la casa de la noche.
Mientras caminábamos mire el cielo estrellado una ultima vez antes de entrar a lo que seria mi nuevo hogar y por lo mismo mi nueva familia.
Apreté la mano de mi abuela con fuerza debido al enorme nerviosismo que sentía, es decir, que si conocía a varias chicas de mi edad solo que no llegue a considerarlas mis amigas y tal vez por eso no me siento tan confiada al ingresar a un instituto tan prodigioso como lo es la casa de la noche.
Ella volteo a verme y me sonrio cálidamente aumentando la tristeza que crecia en mi interior por dejarla sola.
-Cariño, vas a estar bien, parece un buen lugar-dijo caminando en dirección hacia el gran portón.
-No lo se, yo no tengo casi nada en común con las otras chicas y eso de seguro hara que no les agrade.-dije bajando mi mirada.
-Melissa, es cierto tu no pudiste tener todo lo que quisiste pero aprendiste mucho en lugar de andar con maquillaje y en fiestas-dijo mi abuela mientras apretaba mi mano con la misma fuerza que había usado anteriormente.
-Tienes razón, lo siento. Tú sabes que soy asi de negativa en estas ocasiones- dije con algo de vergüenza pero con un poco de orgullo porque había aprendido lo que es el trabajo duro y el esfuerzo que conlleva.
Ella me sonrió de lado mientras las grandes y majestuosas puertas se abrían frente a nuestros ojos, mostrándonos un instituto que no aparentaba algo fuera de lo común.
Mi abuela y yo avanzamos en silencio, atravesando el patio en donde muchos iniciados me miraban de reojo o murmuraban cosas entre si.
Me sentí muy incomoda y me escondi detrás de mi abuela como una niña pequeña y ella solo se le bajaba una gotita al estilo anime. Lo admito soy muy timida ante los extraños.
-Vaya me alegra mucho apreciar un nuevo rostro en la casa de la noche.-dijo una voz proveniente de la nada.
Nos volteamos a ver quien era, cuando casi nos da un shock de impacto; no, no porque apareció de repente sino por la hermosura que irradiaba.
Me ruborize ante este pensamiento, pero eso me hizo recordar a cierta señorita con una belleza única y as palabras que había dicho cruzaron por mi mente “Te otorgare un don especial y único mi querida niña”
-Melissa, ¿estás bien?- pregunto mi abuela Mary con tono de preocupación mientras agitaba su mano en frente de mi cara.
Reaccione y vi como ambas, mi abuela y la bella mujer, me miraban con gran curiosidad sobre todo la ultima mencionada.
-¡Rayos! ¡Melissa deja de pensar tanto te estresaras, por Dios!- me dije a mi misma porque me había molestado por pasar semejante vergüenza.
-¿Hablas contigo misma?-pregunto aquella mujer mirándome de manera extraña.
Decidi ser sincera ya que, después de todo, iba a vivir aquí. Suspire y me relaje un rato para que mi timidez se fuera un poquito.
-Realmente… si hablo conmigo misma cuando estoy molesta, es como una forma de auto motivarme o algo asi- dije mientras me encogia de hombros.
Abuela Mary se sorprendio un poco por mi tono de voz y la naturalidad con la que hablaba y musito un “Ella es la Alta Sacerdotiza, muestra respeto” y me volvi a ruborizar.
Ella solo sonrio: -Me gusta esa idea, es muy original tal vez algunos alumnos deberían intntarlo- dijo ella sin sacar la sonrisa de su rostro.
Me sentí un poco confundida al respecto, ya que ¿no debería una alta Sacerdotiza estar haciendo oraciones en una especie de templo o algo parecido? ¿o es solo la idea trillada que tengo toda palabra asociada con la religión? En realidad no lo se.
-Melissa es tu nombre ¿cierto?, puedes quedarte con tu nombre actual o deseas cambiarlo querida iniciada- dijo la alta sacerdotiza mientras me miraba con su calida sonrisa.
-Bueno en relidad no debería usted primero decirme su nombre antes de preguntarme acerca del mio-dije con suma naturalidad. No sabia porque pero ella hacia que mi timidez desapareciera.
Abuela Mary me dedico una mirada de muestra –respeto-por-favor casi frunciendo su ceño haci mi dirección.
-Tienes razón. Mi nombre es Crystal y soy la Alta Sacerdotiza de la casa de la noche de Tulsa y ahora mi querida iniciada ¿me darias tu repuesta?- dijo ella brindándome otra calida sonrisa.
-Esta bien, mi nombre en efecto en Melisa Stevenson y si, quisiera cambiarlo por Sydney Sweetwater- dije mientras la miraba de reojo.
-Porque quieres cambiártelo a Sydney Sweetwater?- pergunto la bella mujer con su usual sonrisa y mi abuela abrazandome por los hombros.
Desvie mi mirada hacia otro lado debido a la incomoda situación, tal vez ella no lo sepa, pero no quería hablar sobre ese tema ahora.
-Melissa no tuvo la mejor infancia y quizás ella quiera reponiéndolo comenzado de nuevo, con una nueva identidad.-dijo mi abuela mientras me abrazaba fuertemente y yo le daba una mirada de comprensión.
La hermosa mujer noto la unión que teníamos mi abuela y yo, y lo único que hizo fue sonreir cálidamente hacia nosotras pero con una pizca de tristeza.
-Lamento interrumpir el momento pero Sydney debe ir a su nueva habitación y poder recorrer su nuevo hogar-dijo la Alta Sacerdotiza haciendo que la tristeza de mi corazón aumentara mucho mas.
Abrace a mi abuela una ultima vez antes de que ella se fuera hacia su auto y se marchara hacia la granja sola.
-Te voy a extrañar mucho abuela Mary-dije mientras dos lagrimas corrian por mis mejillas.
Abuela Mary limpio mis lagrimas y me abrazo de nuevo, antes de que se fuera a su auto pero no sin antes despedirse.
-Melissa, siempre seras mi pequeña niña- dijo mientras se giro y se iba en dirección a su camioneta.
-No te preocupes Sydney, ella podrá visitarte en unos meses y asi se reencontraran-dijo la Alta Sacerdotiza mientras ponía sus brazos en mis hombros.
-Si, esta bien-dije mientras Crystal me llevaba adentro de la Casa de la Noche no sin antes visualizar el cielo estrellado por ultima vez.
No es la ultima vez que veras a tu abuela querida, dijo aquella voz de la hermosa mujer dde antes
El relato sigue en Afueras de la Casa de la Noche: Como me marcaron.
Ya habíamos salido del coche, mi abuela ya lo estaciono y ahora nos encontabamos en camino hacia la enorme puerta que conducia a la casa de la noche.
Mientras caminábamos mire el cielo estrellado una ultima vez antes de entrar a lo que seria mi nuevo hogar y por lo mismo mi nueva familia.
Apreté la mano de mi abuela con fuerza debido al enorme nerviosismo que sentía, es decir, que si conocía a varias chicas de mi edad solo que no llegue a considerarlas mis amigas y tal vez por eso no me siento tan confiada al ingresar a un instituto tan prodigioso como lo es la casa de la noche.
Ella volteo a verme y me sonrio cálidamente aumentando la tristeza que crecia en mi interior por dejarla sola.
-Cariño, vas a estar bien, parece un buen lugar-dijo caminando en dirección hacia el gran portón.
-No lo se, yo no tengo casi nada en común con las otras chicas y eso de seguro hara que no les agrade.-dije bajando mi mirada.
-Melissa, es cierto tu no pudiste tener todo lo que quisiste pero aprendiste mucho en lugar de andar con maquillaje y en fiestas-dijo mi abuela mientras apretaba mi mano con la misma fuerza que había usado anteriormente.
-Tienes razón, lo siento. Tú sabes que soy asi de negativa en estas ocasiones- dije con algo de vergüenza pero con un poco de orgullo porque había aprendido lo que es el trabajo duro y el esfuerzo que conlleva.
Ella me sonrió de lado mientras las grandes y majestuosas puertas se abrían frente a nuestros ojos, mostrándonos un instituto que no aparentaba algo fuera de lo común.
Mi abuela y yo avanzamos en silencio, atravesando el patio en donde muchos iniciados me miraban de reojo o murmuraban cosas entre si.
Me sentí muy incomoda y me escondi detrás de mi abuela como una niña pequeña y ella solo se le bajaba una gotita al estilo anime. Lo admito soy muy timida ante los extraños.
-Vaya me alegra mucho apreciar un nuevo rostro en la casa de la noche.-dijo una voz proveniente de la nada.
Nos volteamos a ver quien era, cuando casi nos da un shock de impacto; no, no porque apareció de repente sino por la hermosura que irradiaba.
Me ruborize ante este pensamiento, pero eso me hizo recordar a cierta señorita con una belleza única y as palabras que había dicho cruzaron por mi mente “Te otorgare un don especial y único mi querida niña”
-Melissa, ¿estás bien?- pregunto mi abuela Mary con tono de preocupación mientras agitaba su mano en frente de mi cara.
Reaccione y vi como ambas, mi abuela y la bella mujer, me miraban con gran curiosidad sobre todo la ultima mencionada.
-¡Rayos! ¡Melissa deja de pensar tanto te estresaras, por Dios!- me dije a mi misma porque me había molestado por pasar semejante vergüenza.
-¿Hablas contigo misma?-pregunto aquella mujer mirándome de manera extraña.
Decidi ser sincera ya que, después de todo, iba a vivir aquí. Suspire y me relaje un rato para que mi timidez se fuera un poquito.
-Realmente… si hablo conmigo misma cuando estoy molesta, es como una forma de auto motivarme o algo asi- dije mientras me encogia de hombros.
Abuela Mary se sorprendio un poco por mi tono de voz y la naturalidad con la que hablaba y musito un “Ella es la Alta Sacerdotiza, muestra respeto” y me volvi a ruborizar.
Ella solo sonrio: -Me gusta esa idea, es muy original tal vez algunos alumnos deberían intntarlo- dijo ella sin sacar la sonrisa de su rostro.
Me sentí un poco confundida al respecto, ya que ¿no debería una alta Sacerdotiza estar haciendo oraciones en una especie de templo o algo parecido? ¿o es solo la idea trillada que tengo toda palabra asociada con la religión? En realidad no lo se.
-Melissa es tu nombre ¿cierto?, puedes quedarte con tu nombre actual o deseas cambiarlo querida iniciada- dijo la alta sacerdotiza mientras me miraba con su calida sonrisa.
-Bueno en relidad no debería usted primero decirme su nombre antes de preguntarme acerca del mio-dije con suma naturalidad. No sabia porque pero ella hacia que mi timidez desapareciera.
Abuela Mary me dedico una mirada de muestra –respeto-por-favor casi frunciendo su ceño haci mi dirección.
-Tienes razón. Mi nombre es Crystal y soy la Alta Sacerdotiza de la casa de la noche de Tulsa y ahora mi querida iniciada ¿me darias tu repuesta?- dijo ella brindándome otra calida sonrisa.
-Esta bien, mi nombre en efecto en Melisa Stevenson y si, quisiera cambiarlo por Sydney Sweetwater- dije mientras la miraba de reojo.
-Porque quieres cambiártelo a Sydney Sweetwater?- pergunto la bella mujer con su usual sonrisa y mi abuela abrazandome por los hombros.
Desvie mi mirada hacia otro lado debido a la incomoda situación, tal vez ella no lo sepa, pero no quería hablar sobre ese tema ahora.
-Melissa no tuvo la mejor infancia y quizás ella quiera reponiéndolo comenzado de nuevo, con una nueva identidad.-dijo mi abuela mientras me abrazaba fuertemente y yo le daba una mirada de comprensión.
La hermosa mujer noto la unión que teníamos mi abuela y yo, y lo único que hizo fue sonreir cálidamente hacia nosotras pero con una pizca de tristeza.
-Lamento interrumpir el momento pero Sydney debe ir a su nueva habitación y poder recorrer su nuevo hogar-dijo la Alta Sacerdotiza haciendo que la tristeza de mi corazón aumentara mucho mas.
Abrace a mi abuela una ultima vez antes de que ella se fuera hacia su auto y se marchara hacia la granja sola.
-Te voy a extrañar mucho abuela Mary-dije mientras dos lagrimas corrian por mis mejillas.
Abuela Mary limpio mis lagrimas y me abrazo de nuevo, antes de que se fuera a su auto pero no sin antes despedirse.
-Melissa, siempre seras mi pequeña niña- dijo mientras se giro y se iba en dirección a su camioneta.
-No te preocupes Sydney, ella podrá visitarte en unos meses y asi se reencontraran-dijo la Alta Sacerdotiza mientras ponía sus brazos en mis hombros.
-Si, esta bien-dije mientras Crystal me llevaba adentro de la Casa de la Noche no sin antes visualizar el cielo estrellado por ultima vez.
No es la ultima vez que veras a tu abuela querida, dijo aquella voz de la hermosa mujer dde antes
El relato sigue en Afueras de la Casa de la Noche: Como me marcaron.
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