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Valeska: Exordium (Calixta Stark)

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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Lun Ago 22, 2011 1:16 pm

VALESKA.
Sinopsis: Imagínense si de un día para el otro se convirtieran en una leyenda, que al parecer si existe.
Nayra, una adolescente de quince años, fue elegida para ser transformada en un vampiro, pero lo que nadie sabe (ni siquiera ella misma)
es que dentro de su cuerpo oculta una fría maldad que le llevará a realizar actos que en su subconciente anhela profundamente.
Atemorizada tratará de buscar la salida de algo que, al parecer, no la tiene y soportar las consecuencias de la Atracción hacia Nox, un integrante de su mismo clan.


Exordium:

Estaba atrapada en esa casa.
Las ventanas estaban selladas inmensamente y unidas a su marco con una gran fuerza de atracción empañada en sed.
Como deseaba estar en mi hogar ahora.
Todo se cubrió con una fina capa de viento frío, seco y abrumador. Sentía que mis pies estaban pegados al suelo y que mis manos, libres de cualquier atadura, estaban atrapadas entre sogas. De la frente me caían gotas punzantes de nerviosismo, mientras que mi boca permanecía titilante, saboreando cada partícula de aire helado que pasaba por delante de ella.
No veía nada, la oscuridad domaba mis ojos.
Entonces, en ese preciso instante, una mano rozó mi cara.
Pude notar sus dedos largos y delgados caminar por mi piel.
No sabía que hacer ni como actuar, estaba paralizada y no quería morir. Pero cuando uno no tiene el poder de manejar su destino, la muerte ataca cuando tiene que hacerlo, y ahí percibí unos colmillos posarse en mi cuello, penetrando los tejidos que me formaban y haciendo que gritara del dolor.
Un líquido entró en mi sangre y se apoderó de ella, quemándome por dentro.
Lloraba, lo único que podía y que me salía hacer era llorar.

Capitulo 1:

La Nueva Integrante

Abrí los ojos. ¿Cuántas horas habían pasado?
Miré a mí alrededor, estaba en un cuarto antiguo y rústico. Las sábanas de mi cama estaban hechas de seda rosada, con detalles blancos y el techo que estaba en sima de esta era de una madera desmerecida por los años, al mismo tiempo que los accesorios de la habitación eran dorados y las cortinas del mismo color de las sedas que me cubrían.
Apoyé mis pies en el piso y noté que llevaba puesto un camisón largo y blanco. ¿Dónde estaba mi ropa? Di una ojeada a todo el lugar, pero mis pertenencias no se encontraban en ninguna parte. ¿Y a quien le interesa? Había algo que me incomodaba, algo que no dejaba que mi estómago este tranquilo, el porqué de donde me encontraba.
Caminé lentamente, sin hacer ningún ruido hacia el espejo. Al mirarme y acercar un poco más el rostro no divisé ningún tipo de lastimadura, al contrario. Estaba más bella, más limpia, más perfecta. Los granitos que antes yacían en mi tez blanca, que por más de eso no dejé de verme linda, habían desaparecido. Mis ojos verdes y grandes ahora tenían una forma más definida y las pupilas estaban totalmente marcadas. Mis pómulos netamente elevados ahora permanecían intactos siempre y los labios carnosos se me volvieron rojos e intensos.
Mi cuerpo parecía esculpido, pero seguía subsistiendo con las mismas características: buen trasero, pocos senos y caderas marcadas.
No paraba de admirar mi pelo ondulado y rubio oscuro.
Pero dos marcas interrumpieron mis pensamientos. Estaban perfectamente colocadas en forma horizontal, un poco tirando hacia la derecha, en la yugular.
Las palpé suavemente con los dedos.
Empecé a recordar las sensaciones de hace unos momentos. Como mi cuerpo se quemaba por dentro y sus colmillos se clavaban en mí.
La perfección que ahora poseía.
No. Por favor. Eso era todo un mito.

Alguien llamó a la puerta. Antes de que pudiera decir nada, la persona se adentró. Entonces, en ese instante la ira me invadió al reconocerla, sabía que era él quien me había transformado.
Comencé a pensar en mi familia, en mis amigos. Estarían como locos buscándome por todos lados, pegando carteles por donde sea, con la esperanza de poder encontrarme.
La imagen de mi mamá vino hacia mí, quería volver a estar en sus brazos, sentirme protegida y querida.
Con lágrimas en los ojos, me abalancé sobre el tipo. Este me aferró a él y me obligó a sentarme en el piso. Mantenía sus manos en mis hombros. Su mirada me tranquilizó por un minuto. Esos ojos marrones me imploraban que me calmase, pero tanta paz hizo que me alterara aún más.
-Tranquila, no te voy a hacer daño- Respiraba agitadamente y no paraba de mirar su mandíbula estrecha, rígida y atractiva, cubierta por una leve barba. Era totalmente pálido y su cuerpo estaba en forma. Su cabello color chocolate estaba alborotado.
-El daño ya lo hiciste- Dije en un hilo de voz. El vampiro cerró los ojos.
-¿Cómo te llamas?
-Nayra.
-Lanus- Me extendió su mano para que la estrechara. Dudé. -Soy tu transformador. Al igual que el de todos los integrantes que viven en esta casa y forman parte de mi clan. Técnicamente, yo paso a ser tú padre, tu tutor- Las últimas palabras me irritaron la mente.
-Nadie sustituye a mi familia, por más de que yo este muerta.
-¿Cómo piensas sobrevivir?- No iba a contestar, no tenía ningún pretexto. Solamente quería largarme de allí. -Créeme, Nayra, eres joven para andar merodeando sola por el mundo siendo un vampiro, no tienes control sobre ti misma, eres a lo que se le llama “aprendiz”- Sabía que esto iba más allá de mi corta edad de quince años.
El quiso estrecharme otra vez la mano, esta vez me rendí y lo saludé como se debe. –Vamos, bajemos a conocer a tus nuevos compañeros- Me levanté del piso y el me miró de arriba abajo.
-Mejor te doy tu ropa, ¿verdad?
-La estuve buscando pero no la encontré- Se giró y de un armario sacó la ropa que anteriormente traía puesta.
-Te espero afuera- Salió del cuarto y yo apresuradamente me coloqué el jean, la musculosa violeta, el saco de encaje negro y las zapatillas.

Una vez en el pasillo, los dos bajamos la antigua escalera caracol que nos dirigió al salón principal.
Poseía una mesa ratona en una de las esquinas, en sima de esta se encontraba un florero con claveles y jazmines. Las paredes estaban empapeladas de un verde oscuro con líneas doradas y el techo era alto. La puerta de entrada se dividía en dos, tenía una altura prominente, detalles arcaicos; daba la impresión de que al abrirla rechinaba con todas sus fuerzas.
-Por aquí- Me indicó Lanus, quien estaba girando hacia la izquierda.
Nos dirigimos a la cocina. Se quedó parado en el umbral, mientras que yo permanecí detrás de él.
-Chicos…
-¿Ya despertó?- Preguntó una voz entusiasmada de mujer. Parecía joven.
-Si, Jeobanee, pero antes…- Empezó a hablar en un susurro. Un susurro que yo podía oír. -…trátenla con amabilidad, no reaccionó bien cuando me vio. Necesita tiempo- Se apartó un poco y me dirigió una mirada. –Pasa, Nayra-
Tres jóvenes, de diferentes edades, estaban sentados alrededor de la mesa.
Una chica que sonreía de oreja a oreja, rubia, con pelo cortito y ojos celestes, pequeña, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.
-Jeobanee, mucho gusto- Se volvió a sentar. Giré la cabeza hacia la derecha.
-Nox- Un muchacho pelirrojo, con forma de cara cuadrada, nariz recta y ojos verdes azulados me saludó con un gesto de mano.
Le devolví el saludo y volví a girar la cabeza hacia la derecha.
-Rubra- La última chica era morena, con pelo negro, largo y llevaba anteojos, se parecía al prototipo “mujer de biblioteca”. La verdad no tenía nada llamativo.
Lanus me tomó por los hombros.
-Esta es tu casa ahora. Bienvenida al Clan Veneris Serpens- Fruncí el ceño al escuchar el extraño nombre.
-¿Qué, qué?- Respondí sorprendida. Rubra sonrió de una manera compasiva.
-Esto es muy nuevo para ella, padre, no creo que debamos apresurarnos tanto- Dijo con delicadeza y sabiduría. La palabra “padre” retumbó en mi cabeza con gran entusiasmo. ¿Era así como debería llamarlo a partir de ahora?
-Tienes razón y creo que tendríamos que empezar primero por quien es ahora. ¿Correcto?- Los tres chicos asintieron a la par. –Perfecto. Ven, vamos al living-

Todos se adelantaron a mí y se dirigieron a las escaleras. ¿Las escaleras? ¿El living no tendría que estar aquí abajo? Como sea, no importaba.
Volvimos a pasar por el pasillo que dirigía al cuarto donde me encontraba antes y caminamos unos pasos más hacia la izquierda.
Una puerta de madera gastada nos esperaba atascada con su cerrojo de oro pulido. Lanus introdujo una llave con dibujos entrelazados y esta se abrió sin producir ningún chillido.
Y ahí estaba el living, cubierto con un empapelado color beige con detalles en espiral plateados, y una franja del mismo color en el medio, lisa.
Unos asientos nos esperaban vacíos, mirando hacia una mesita alargada con un candelabro en ella. Del techo colgaba una araña llena de velas encendidas ¿Cómo podían estar encendidas si recién llegábamos? ¿A caso permanecían intactas siempre?
-Toma asiento, linda- El hombre me informó que me sentara en uno de los sillones, que eran de un terciopelo color coral con complementos en madera.
El se sentó en el asiento que yo tenía al lado y Jeobanee, Nox y Rubra se sentaron en uno alargado que se encontraba en frente. –Bien- Lanus se aclaró la garganta. –Primero empezaremos por el Exordium. Supongo que no sabes lo que es- Negué con la cabeza. –Exordium en latín significa “Comienzo”, esto le da el nombre al proceso por el cual los vampiros pasan al transformarse- Me quedé callada. – ¿Recuerdas cuando te transformé?- Asentí. –Allí fue cuando tu realizaste tu Exordium, tu Comienzo- Otra vez permanecí callada, esperando que él prosiguiera con su charla. Pero una duda me intrigó más que nada.
-¿Por qué yo?
-Tu estabas en La Casa Designo- La cabeza me dio vueltas.
-¿Perdón?
-Deja que yo le explique- Habló otra vez la mujer biblioteca. –La Casa Designo es el imán que atrae a los humanos que deben ser transformados. ¿Cómo entraste tu allí?
-Yo… Creo que me sentí atraída a ella, hipnotizada por su poder… No lo se. Ni siquiera era una casa interesante, solamente un montón de basura vieja y destruida- Rubra se alegró con estimación.
-¿Lo ven? Nayra es auténtica.
-Claro que si. Y así se escogen a cada uno de los integrantes de los clanes- Conversó alegremente Jeobanee. –Menos mal que no fuiste una de las muchas mordidas por Nox, si no existiera La Casa Designo, estaríamos llenos de perras vampiresas- Señaló con el pulgar al pelirrojo. Este chasqueó la lengua con los dientes.
-Mientes, estas celosa porque tu sexo opuesto ni te registra-
-Sabes que no me interesa y segundo, no soy un animal que juega con los sentimientos de las pobres e inofensivas humanas-
-Cállate, no quiero oír tu voz- La niña rezongó pero se quedó quieta y muda.
Observé a Lanus, quien miraba harto a aquellos dos, se pasó la mano por la cara y siguió hablando.
-Si, Nayra es auténtica- Dijo en un suspiro. -Estamos felices de que estés aquí con nosotros, La Casa Designo solamente escoge después de diez años, o más- Todos, al mismo tiempo, sonrieron de soslayo. – ¿Tienes alguna otra duda?- Interrogó Lanus mirando mis ojos. Yo levanté las cejas impaciente.
-Tengo demasiadas.
-Pues… empieza por la que más te incomode- Acotó la niña de ojos celestes.
-¿Los humanos saben de nuestra existencia?- Nox rió como si sintiera pena por mí.
-¿Estás hablando en serio?- No contesté. –Pongámoslo desde este punto, hermana, hace unas horas tu eras un humano, ¿A caso sabías de nuestra existencia?-
-No. Pero los humanos están informados sobre los vampiros- Rematé.
-¡Pero piensan que no existimos! Que somos seres mitológicos, ¡Y no es así! Los vampiros se desarrollaron a partir del nacimiento de los humanos, somos tan antiguos como ellos, es más, los cavernícolas, los egipcios, griegos, romanos y todas las personas del medio evo conocían de nuestra vida, de nuestra presencia.
-Entonces, ¿Por que hora ya nadie sabe de ustedes?- Pregunté. –Nosotros, mejor dicho-
-Por que a finales del siglo XVIII pudieron librarse de los hombres lobos y las brujas…-
-¿También existían?- Interrumpí.
-¡Claro que si!- Vociferó. –Lo siento… la cuestión es que de los vampiros no se pudieron librar, entonces los líderes de las Cinco Mansiones hicieron un pacto con los cazadores: Ellos iban a fingir que asesinaron a todos los vampiros, mientras que nosotros nos tendríamos que adaptar a la vida humana, alimentándonos de sangre animal. Querían que fuéramos un ciudadano más, y así sucedió.
-Si hubiera sido así, los humanos sabrían que los seres mágicos existieron, pero que fueron derrotados- Contraataqué sus palabras.
-Perfecto, si, tienes toda la razón, sin embargo, me olvidé de decirte que los cazadores, por orden del rey, decidieron que los aldeanos no podrían volver a hablar de mujeres con poderes de ultratumba, bebedores de sangre y humanos sarnosos que se convierten en perros a la luz de la luna llena, más allá de un simple mito. Si esto no se cumplía, el castigo que se les otorgaba era la muerte- Tomó aire. Me dolía la cabeza de tanta información obtenida en tan solo media hora.
-Tranquila, Nayra, nosotros te vamos a ir guiando hasta que te acostumbres a todo.
Me tranquilizó Rubra.
-Gracias. Pero aún así sigo con un montón de incertidumbres.
-Plantéalas- Sugirió Lanus.
-¿Beberemos sangre de animal solamente?-
-No, no, los vampiros somos bastante ingeniosos. Durante años nos estuvimos escabullendo por las salas de donativos de sangre de los hospitales. Pero si tu pregunta es si no puedes ir y morderle el cuello a una persona, tu respuesta es si, podemos. Pero ten en cuenta que es un manjar que nos dedicamos a hacer una vez por mes todos los días dieciocho- ¿Todos los dieciocho? Vaya, eso sería dentro de unos pocos días… el dieciocho de diciembre, mi cumpleaños.
-¿Todos los vampiros de todo el mundo hacen eso?
-Claro que no, linda. Nuestro clan nada más. Son reglas que se imponen en cada grupo.
-Distintos clanes, distintas reglas, ¿verdad?.
-Exacto- De los nervios empecé a jugar con las manos.

-Y… ¿Sigue habiendo cazadores?.
-Ya no, como murió el conocimiento de saber que convivíamos con los humanos, también murieron los cazadores.
-¿De quién escapamos entonces? ¿Quiénes son nuestros enemigos?- Nox me miró desafiante.
-Los otros vampiros- Jeobanee se rió inquietamente.
-Nox quiso referirse a los vampiros de las otras tribus. Todo esto es por el poder- Lanus se aclaró la garganta. –Verás, Nayra, esta explicación va a ser un poco larga pero tienes que saber de que va la cosa. Las Cinco Mansiones que mencionó Nox en su relato, se encuentran en cinco países diferentes: Argentina, Mansión Lunae, Estados Unidos, Mansión Martis, Alemania, Mansión Mercurii, Japón, Mansión Jovis, por último, Inglaterra, Mansión Veneris. Como podrás ver tienen las cinco los nombres en Latín de los cinco días de la semana, que fue cuando se crearon. Las Cinco Mansiones tienen el labor de dirigir a todos los vampiros de todo el mundo, menos a los vampiros ubicados en donde se encuentra una de Las Cinco Mansiones. ¿Entiendes?- Asentí.
-Supongo que hay peleas, ¿no?
-Como en toda política.
-Y por eso es la razón de la rivalidad entre nosotros.
-Claro.
–A nosotros nos domina Veneris…
-Cierto.
-¿Dentro de cada país hay un clan?
-¿Uno? MILES- Agrandé los ojos cuando aumentó la voz en la última palabra. –Nosotros somos el Clan Veneris Serpens, y si vas 100 Km. A la derecha hallarás al Clan Veneris Piscis, y si vas 100 Km. A la izquierda, esta el Clan Veneris Lupus, tanto como al norte y al sur están los Clanes Veneris Ales y Veneris Leo.
-¿Siempre a 100 Km?
-Es por cuestión de seguridad.

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Me habían explicado todo lo que era necesario, incluyendo que mi apellido ahora iba a ser Serpens y luego Jeobanee me invitó a ir al patio.
El césped estaba cortado aproximándose demasiado al piso, mojado por el rocío que había dejado la lluvia de la noche anterior. Un gran sauce llorón yacía clavado en un costado del lugar, mientras que la niebla se expandía por todo el suelo, rodeando el tronco del monstruoso árbol.
La niña y yo bajamos las escaleras que había a la entrada del porche y nos paramos justo al finalizarlas. Giré sobre mis talones y elevé el cuello. Abrí la boca en una expresión de asombro y di unos pasos hacia atrás.
La casa era totalmente tenebrosa. Poseía columnas en forma de rosas enormes, que cuyos tallos estaban envueltos por alambres de púa. Los tejados delanteros, cubiertos por plantas negras que caían en forma de diluvio y las paredes de piedra acompañada por moho estaban en perfecta combinación con lo que se suele llamar: Estilo gótico.
Dos torres sobresalían por los costados y una más pequeña reposaba en el medio. Los techos en forma de carpa que conservaban las dos del costado tenían dibujos en espiral por todos lados y una ventana rectangular, al mismo tiempo que la torre del medio ostentaba un cono como sombrero, con los mismos detalles en espiral que las otras dos, la misma ventana, pero en aumento con el tamaño y una gárgola en forma de ángel. Un ángel con alas desplegadas, negras, la cabeza echada hacia atrás, los brazos abiertos y un vestido glorioso y largo.

-¿Aquí es donde vivimos?
-Claro que si. A mi me parece hermosa, ¿a ti no?- Miré a mi alrededor.
-Quizás en los días soleados esté más linda- Jeobanee asintió con la cabeza.
-Lo esta- Sonrió de oreja a oreja. –Gracias por acompañarme Nayra…
-De nada- Dije un tanto extrañada.
-Los otros dos de mis hermanos nunca quieren estar conmigo, porque piensan que por tener “trece” años…- Usó las comillas en el número. -…soy totalmente infantil, y no es así- Fruncí las cejas. –Rubra esta enteramente ocupada con sus libros de lectura y novelas que nunca deja que ojeemos y Nox me hace la vida imposible burlándose de mí y de mi inmadurez. Yo no soy una inmadura, solamente quiero alejarme un rato de todo este mundo que a pesar del tiempo, es muy confuso para mi.
-¿Cuantos años tienes?
-En realidad tengo cincuenta- Empecé a sentirme realmente fuera de sintonía. ¿Cómo alguien con tanta inocencia encima puede tener cincuenta años, alimentarse de la sangre de los otros y estar joven y viva por el resto de su vida?
-Pero eso significa que van a dejar de ignorarte y molestarte porque ahora yo soy la nueva menor.
-No exactamente. Mira, por lo que puedo ver, tienes más años que yo, pero no tantos como Nox… entonces… debes estar entre los catorce o los quince.
-Quince- Afirmé. Ella sonrió complacida.
-Eres más grande en apariencia que yo…
-Pero más chica en pensamiento, razonamiento, tácticas, ¡todo!
-Pero para ignorar o molestar a ellos no les importa la edad que tengas realmente, solamente se dejan llevar, desde ese punto de vista, por la apariencia. A parte, yo nunca voy a dejar de ser la nena chiquita y mimada por Lanus…- Detecté un brillo especial en sus ojos. Reí un poquito a causa de su comentario.
-Espera- Interrumpí sus pensamientos. – ¿Eso significa que nos vamos a quedar con la apariencia de nuestras edades de por vida?- Me miró a los ojos.
-Si- Unió sus labios hasta formar una línea recta. –Fue una de las cosas que menos me afectaron después de que me di cuenta que jamás volvería a ver a mi familia- Unas pocas lágrimas se formaron en sus pupilas, al igual que en mis ojos verdes. Tragué saliva con dificultad, intentando cambiar de tema.

-¿Qué edad tiene Nox?
-Apariencia dieciséis, y de vida… ciento treinta y algo- Madre mía, ¿ciento treinta y algo con ese cuerpazo? Si, bueno, era atractivo. –Y antes de que me preguntes por Rubra, ella tiene veinticuatro y de vida ciento diez.
-Correcto, me siento un bebe entre todos ustedes… ¿Que hay con Lanus?
-Es un Nacido del amo Swann.
-¿Amo Swann?
-El amo Swann es el Jefe de la Mansión Veneris.
-Entiendo.
-Lanus es un criado de él y fue designado a ser Jefe de este clan y a estar conectado con nuestra Casa Designo, para que cuando haya un integrante él pueda ir a transformarlo.
-¿Me estas hablando que él existe desde los principios?
-Los principios de la invención de las Cinco Mansiones… Lanus tuvo que esperar cien largos años para morder a su primer integrante, que queda más que claro que fue Nox.
-¿No perteneció a otro clan durante ese entonces?-
-Jamás.
-¿Cómo pudo soportar tanto?
-Con las visitas del Amo Swann a la casa, el siempre lo ayudaba en lo que necesitara. Sonreí juntando los labios.

-¡Nenas, Lanus las está esperando!- Nos gritó Nox desprevenidamente desde la entrada. Jeobanee le lanzó una mirada asesina a su hermano y se cruzó de brazos.
-Ya vamos- Susurró malhumorada.
Entramos a la casa. Lanus, Rubra y Nox nos estaban esperando parados en el medio del salón.
-¿Que sucede?- Inquirí.
-Tenemos que darte de comer.
-¿Tan rápido?- Dije en un hilo de voz.
-Calma, tenemos una botella de sangre animal en la heladera. Solamente queremos prepararte- Asentí.
-Sígueme- Hice lo que mi… Lanus me ordenó y fui hasta la cocina. De ahí sacó una botella de vidrio que estaba llena hasta el tope con un líquido rojo que supuestamente y aunque me costara creerlo, era sangre. Lo vertió animadamente en un vaso y me lo entregó. –Bebe, con cautela, pero bebe- Tirité los dedos en el frío cristal que se congelaba aún más con la sangre. Sentía como los ojos de todos los demás estaban clavados en mi espalda, esperando a la reacción que tuviera a causa de la bebida. Cerré los párpados y pegué mis labios al vaso, luego, con un suave movimiento de mano lo empujé hacia arriba y dejé que el líquido se introdujera por adentro de mi garganta, bajando hasta mi estómago.
Asco, solamente sentí asco.
Dejé caer el vaso al suelo y me retorcí agarrándome de la panza.
-Nox, llévala al cuarto- El chico me tomó por el antebrazo y me ayudó a subir las escaleras. Entramos rápidamente a la habitación, sentándonos en la cama.
-Es lo normal, siempre pasa.
-Es horrible- Dije entre arcadas.
-Si. Al principio sabe a… bueno, no hay un gusto que describa su repugnancia.
-¿Sangre de que era exactamente?- Mascullé entrecortada.
-Vaca. Es la que está cuando hay un aprendiz- Permanecí en silencio. –Vas a ver que cuando hoy salgamos a buscar la sangre en bolsas del hospital te va a saber mucho mejor- Hice una media sonrisa.

Los dos giramos las cabezas al mismo tiempo cuando escuchamos que la puerta se abría.
-¿Está mejor?- Jeobanee asomó la cabeza por entre la pared.
-Si, gracias- Repuse. Ella me sonrió con prudencia.
-¿Sabes de que me percaté?
-No…
-De que no tienes ropa, y sería lindo salir de aquí. ¿Qué te parece?
-No podría permitir que me compren cosas.
-Por favor, Nayra, eres parte de la familia, y se he de ser sincera, nos sobra el dinero-
-¿Por que en vez de ir a un Shopping no vamos a un boliche a divertirnos?- Inquirió tajante Nox.
-Porque ella no necesita ir urgente a tentar a un humano, en cambio la ropa es algo que necesita. ¡Hombre, que no va a andar desnuda por la vida!- Lancé una carcajada.
-A mi no me parece mala idea- Salió de la nada la voz de Rubra, debía estar detrás de Jeobanee.
-¿Lanus las dejo?- Acotó el pelirrojo.
-Claro que si, él fue quien nos pidió que vayamos de compras. Tú puedes venir si quieres- Nox dudó pero luego sonrió achinando los ojos.
-Necesito clavarle el ojo a unas cuantas mujeres.



Última edición por Calixta Stark el Lun Sep 26, 2011 1:56 pm, editado 3 veces

Calixta Stark
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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Mar Ago 30, 2011 9:06 pm

En vez de ir en uno de esos lujosos autos que hacen fama de poseer los vampiros, fuimos hasta la estación de metro más cercana, que quedaba a medio Kilómetro. Para luego subirnos al subte que nos llevaría a Oxford Street; un lugar que cuando pisamos tierra, estaba colmado de gente de todos los países, era impresionante.
No era muy común en mi familia ir, nada más nos dirigíamos allí para navidad y año nuevo. Era tan raro verlo sin esas luces de todos los colores, centellantes en la fría noche nevada y con cientos de árboles parpadeando en la calle.
Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas al recordar a mis padres, viéndome abrir mis regalos, cada año con una expresión nueva.
¿Que estarían haciendo ahora? ¿Estarían buscándome por algún lado?
-¡Entremos a este local!- Anunció Rubra. -¡venden unos excelentes libros!
-Nadie quiere tus estúpidos libros, Rubra.
Nox se cruzó de brazos refunfuñante. Pero al percatarse de que una chica alta, morena, recatada, fina y elegante, pasó por enfrente de él, la mandíbula se le abrió de par en par y los ojos se expandieron lentamente por todo su cuerpo.
-¡Tarado!- Replicó Jeobanee golpeándole la cabeza.
-Por favor, se un caballero y compórtate- Dijo de forma refinada Rubra.
-¡Déjenme mirar en paz!
-No eres un buen ejemplo para nuestra nueva hermana.
-Hay peores- Mascullé.
-Debe estar acostumbrada- Me lanzó una mirada. – ¿Tienes algo que decir en mi contra?
-No. Sigue mirando, para algo tienes ojos- Dije con ironía.
Nox se quedó inspeccionando mi rostro, esperando que reaccionara tal y como Jeobanee y Rubra lo habían hecho. Pero se resignó.
-Gracias.
-¿Por qué no vamos a Sarah Tomson’s? Hay fantásticos pantalones- Cambié de tema.
-¡Exacto, lo hubieras dicho antes!- Jeobanee me agarró de la mano y me dirigió adentro del local.
Comenzamos a ojear algunos jeans, luego bermudas de una tela extraña y cualquier tipo de pantalones alocados.
-Este te quedaría espectacular- De los que estaban colgados en perchas sacó un pantalón de cuero, ajustado, con varias cadenas colgando por todas partes y un cinturón con tachas.
-Es grandioso- Amaba ese tipo de cosas, aunque muy raras veces las vestía.
-Es hermoso, y mira este otro- El que me mostró esta vez era más casual, de un jean claro, pero al girarlo, en los dos bolsillos traseros tenía una corona bordada en negro, con una cruz dentro de ella.
-Son los dos lindos.
-¡Pruébalos!- Traté de mirar el precio, pero me detuvo. –No. Si estamos comprando en Oxford Street es precisamente porque el costo no nos importa- Me tendió las dos prendas y me dirigí a un vestidor.
El pantalón de cuero resaltaba mis piernas; y el de jean me marcaba muy bien las caderas. Era oficial, me llevaría los dos.
Salí del vestidor e inmediatamente la niña me ametralló con preguntas.
-¿Y? ¿Como te quedan? Te gustan en serio, ¿Verdad? ¿Son cómodos? ¿La tela es buena? -
-Parecen estar hechos para mí- Susurré anonadada.
-Ya te los compro- Elevé las cejas, sorprendida.
-Gracias, Jeobanee.
-De nada- Sonrió ampliamente. –Hay que apresurarnos, Nox acompañó a Rubra a la biblioteca, para que no se quedara sola.
Pagamos todo y rápidamente nos dirigimos al gran edificio, pero al entrar el cuerpo de Nox nos empujó hacia fuera, tomando de la mano a Rubra.
-Hay que irnos.
-¿Que?- Chilló Jeobanee.
-Los carteles de “Se busca a Nayra” están pegados por todas partes, un guardia hasta nos preguntó si la conocíamos- Los tres me miraron preocupados y me entraron ganas de declararme, de decir: “¡Aquí estoy!” pero eso sería algo terriblemente malo, muy malo. –Tenemos que irnos demasiado rápido.
-Ella no tiene la capacidad de correr a esa velocidad- Advirtió Rubra y en ese preciso instante, Nox me alzó a su espalda y comenzó a correr, más bien a volar, sobre el asfalto. Sentía una opresión en el pecho que era inigualable, el viento chocaba contra mi rostro y no dejaba que respirara en paz. Deberíamos estar andando a mil por hora.
-Nayra, ¿te sientes bien?- Me gritó Rubra. Percibí como las manos de Nox me sostenían fuertemente las piernas para que no resbalara y de vez en cuando me levantaba un poco más porque me estaba cayendo.
Traté de responder a la pregunta anterior, pero no pude, a lo que el pelirrojo contestó en un jadeo: -Luego te contesta.
Llegamos en menos de diez minutos a la casa. Los cuatro nos desplomamos en el pasto y respiramos agitadamente.
-Diablos- Resopló Jeobanee. –No corría así desde que nos descubrieron en el hospital.
-Que mala pasada… que… nos llevamos- Nox hablaba con intervalos para poder inhalar. Me senté junto a él y le sonreí.
-Gracias, se que soy pesada- Tragó saliva y miró al suelo.
-No te preocupes.
-¿Alguien nos habrá visto?- Pregunté.
-Nunca pasa. Los humanos están muy ocupados en su propio mundo, a parte de que cuando un vampiro corre tan rápido, como hicimos hoy, no se lo ve. Solamente puedes sentir una leve ráfaga de viento. Asombroso ¿no?- La niña de pelo rubio agrandó los ojos como dos huevos al decir las últimas palabras.
-Pero no es muy bueno- Acotó Nox. –Correr a esa velocidad requiere un montón de energía… Demasiada- Balbuceaba aún agitado.
Luego de descansar, entramos a la casa sigilosamente, pero no tanto como para que Lanus no nos oyera.
-¿Que hacen aquí?
-Tuvimos un pequeño accidente- Nox sacó de su bolsillo un pedazo de papel todo arrugado, que al abrirlo mostraba una foto de mi rostro. Mi transformador lo tomó en sus manos y se quedó pensando.
-Era obvio que iban a reaccionar así. ¿Como pude ser tan terco de dejarte tan al descubierto?
-No tienes la culpa, Lanus- La voz de Jeobanee se torno más grave.
-Son mi responsabilidad.
-Bueno, pero no puedes estar en todo- El hombre chasqueó la lengua con los dientes y me miró.
-Tenemos que ser cautelosos.

Con Jeobanee subimos a mi habitación.
-Veo que te estas tomando las cosas muy bien- Dijo alegremente, sentándose en la silla que estaba enfrente al espejo y retocando su pelo. –Eso es bueno- Habló distante, como si supiera algo y no quisiera contármelo. – ¿Tienes novio?- Giró la cabeza para mirarme y poner sus ojos en una situación pícara.
-No, no- Suspiró de alivio y me sorprendí de lo rápido que cambió de tema.
-Mejor, las cosas se vuelven muy complicadas cuando tienes una relación con un humano- Enarqué una ceja.
-¿Sabes del tema?- Dudó unos instantes, mirando al techo y luego bajando la vista hacia el suelo.
-Bueno, cuando yo tenía esta edad en realidad, estar con un chico y no era algo tan común como ahora- Hizo una pausa para continuar. –Mis padres no sabían y ellos eran personas de mucha plata que querían tener una hija derecha y discreta, esa hija que pasaba por la vereda y todas las personas de la cuadra digan: “Hay va la educada y perfecta hija de los Pinker”, y a partir de los once años me decían: “Esta tan bella y hermosa, ¿cuando podrá alguien de poder, desposarla y hacerla su esposa?”- Reí con una pequeña carcajada.
-¿En serio? ¿Te hacían la rima?- Jeobanee se percató de lo que había dicho antes y también se rió.
-La cuestión, es que el destino es tan típico, que me enamoré de un chico humilde y de buen corazón, que no le gusté por mi dinero, si no por mi inteligencia, razonamiento e inocencia. También creo que mi belleza ayudó un poco- Levantó los sonrojados pómulos en una linda sonrisa. –Pero mis padres no tardaron en enterarse y retarme a gritos, obligándome a nunca más volver a verlo. Entonces ahí fue cuando me escapé y encontré a La Casa Designo- Su sonrisa se borró totalmente para convertirse en algo frío y deprimente. –Luego de la transformación me la pasé meses llorando por mi familia, por él. Lanus me contuvo y supo como alentarme. Tanto fue así que pude superar todo y olvidarlos a cada uno de ellos. Ahora son como un borroso recuerdo de lo que antes fui.
-¿A todos les pasa?- Indagué con la voz temblorosa. – ¿Yo voy a llegar a ser así?-
-Nayra- se paró y caminó hacia mí. – ¿Para que quieres sufrir por personas que ya esta asegurado que nunca más vas a volver a ver?- Permanecí en silencio y de pronto sentí como las tripas me crujían y se me vino a la cabeza una tentadora barra de chocolate.
-Jeobanee, es raro, pero tengo hambre de comida- La niña enarcó una ceja.
-No es raro, es normal hasta que no pruebas sangre humana.
-¿Tienen dulces o algo así?- Titubeé.
-Claro, baja a la cocina y busca en las alacenas, debe haber algo- Susurré un “Gracias” y salí a trotes de la habitación.
Iba apresuradamente hacia la cocina, cuando me paré en el medio del umbral al ver a Nox ojeando unas cosas. Levantó la cabeza y escondió los papeles por debajo de su brazo.
-Hola- Balbuceó algo seco.
-¿Interrumpí algo?
-No, no. ¿Que necesitas?
-Vine a buscar comida- Asintió rápidamente y fijó la mirada otra vez en los pergaminos, ocultándolos un poco de mi vista.
Avancé cautelosamente por las baldosas hasta llegar a una de las alacenas que estaban arriba de la mesada de mármol.
-¿Buscas algún producto en especial?- Hablaba como si fuera un vendedor de shampoo.
-Eh, bueno, dulces- Se paró de repente y se colocó al lado mío, pasó el brazo por enfrente de mi cara, abrió la puerta del almacén y me entregó una barra de chocolate. –Gracias, pero podía hacerlo sola- Se quedó observando mis ojos y pude ver como su pecho subió y bajó en un suspiro de desconsuelo. – ¿Estas bien?- Juntó los labios en una gesto afligido.
-Me haces acordar a…
-¿Que?-
-Nadie-
-¿Perdón?- Traté de reírme un poco, pero no podía, su expresión seguía siendo fría y hostil. –Me voy- Tartamudeé. –Gracias, por… otra vez- Aparté rápidamente la cabeza hacia el suelo y me encaminé hacia las escaleras, pero la mano de Nox me detuvo. – ¿Si?- Alcancé a decir, porque rápidamente, Lanus bajó del pasillo y se nos quedó mirando.
-Oh, eh… hora de ir por comida- Señaló el reloj que estaba colgado de la pared, sus finas agujas color dorado marcaban las ocho en punto. El pelirrojo me soltó violentamente la mano. ¿Que le pasaba? ¿A caso se volvió loco o algo así? –Nayra, ¿que es eso que tienes?- Indicó con un dedo al paquete amarillo que contenía el chocolate.
-Chocolate, pero creo que lo voy a tener que dejar, ¿verdad?
-Come un poco si quieres, pero no te va a hacer bien con la sangre- Luego de decir eso, Rubra bajó con una capa color negra, toda encapuchada, sostenía una similar en su mano izquierda. La cual me la lanzó sin previo aviso.
-Es para andar más sigilosos en la noche- No pude evitar reírme, cosa que no les causó mucha gracia a los demás.
-¿Que? ¿Quieres que te descubran?- Indagó autoritario Nox.
-Esta bien, nada más me pareció gracioso- Arrugó la nariz para luego lanzar un bufido.
-¡Lanus, aquí tienes tu capa!- Gritó Jeobanee que venía a salpicones bajando de la escalera, mientras que su capa se abría a causa de sus saltitos.
-Gracias, princesa- Dijo el hombre alborotándole el cabello corto y rubio. –Muy bien, ¿están listos?- Todos tenían puestos sus atuendos, menos yo, que rápidamente me coloqué el abrigo. Vaya, parecíamos las tres hadas madrinas de La Bella Durmiente, en negro, claro esta. Dejé el chocolate en un peldaño de la escalera y salimos a la escasa noche de invierno.
Me acerqué un poco a Jeobanee que iba feliz al lado de Lanus.
-Una pregunta- Le susurré al oído. –Nox es siempre así de…
-¿Malhumorado? No, se torna así de repente, cuando algo no le gusto. Cuidado, hay días que se enfada sin razón- Y después dicen que las mujeres somos complicadas. – ¿Por que preguntas?- Me encogí de hombros. ¿Hice algo inapropiado como para que se moleste? ¿O solamente se puso histérico de repente?
-Por preguntar.
Caminábamos sigilosamente debajo de la luna llena. Su luz iluminaba las copas de los pinos por los que estábamos escabulléndonos y las ramas crujían a causa de nuestras pisadas. El viento no soplaba pero nuestros cuerpos traspasaban la helada capa que permanecía en el aire. Sentía como las mejillas se me iban enrojeciendo a causa de la baja temperatura y las manos no paraban de sujetar fuertemente los extremos del abrigo para que me tapara por completo y de una vez por todas parara de tiritar.
-Tomamos este camino porque es más seguro- Vociferó Lanus que se encontraba a unos metros por delante de mí. –Y vamos a esta velocidad porque eres novata- Pude percibir como los demás se quejaban en silencio.
Luego de media hora, llegamos al hospital Forestlanck, que hacía referencia a estar a las afueras del bosque.
Era un edificio alargado y blanco, con centenares de ventanas cubiertas hasta la mitad con una persiana color metal. La puerta de la entrada decía en grandes letras de neón >>Hospital<<, mas nosotros no nos dirigimos allí, si no a la parte trasera.
Nos paramos justo en frente de una ventana que se aproximaba al suelo, pero no tanto.
Lanus deslizó el cristal para arriba y luego posó una de sus piernas en el contorno y al unísono subió de un salto y se adentró al establecimiento. Fue tal la sutileza que utilizó al desplazarse que me quedé atónita, no había producido ningún ruido. Me hizo una seña para que me preparara y me tendió una mano para ayudarme a levantar, mientras que Nox me alzaba agarrándome de las caderas, hice ruido al chocar los pies contra el cemento que formaba al hospital, pero no fue para tanto.
Cuando los dos terminaron de ayudar a Rubra y Jeobanee, comenzamos a saquear el lugar. Más bien ellos, porque yo me quedé parada sin saber que hacer.
-Toma todas las bolsas que puedas- Masculló Lanus; entonces empecé por sacar una pequeña bolsa llena de líquido rojo, espeso y tibio, que al tocarlo con las manos me produjo una sensación de hambruna que hizo que olvidara al delicioso chocolate que tenía ganas de comer. Su aroma era algo espectacular y lleno de vida, era irónico, pero también podía sentir los latidos del corazón que antes bombeaba a esa sangre. Automáticamente me lleve la mano a la mandíbula, el dolor que me producía era espantoso e insoportable, los dedos comenzaron a temblarme y solamente apreciaba adrenalina en el cuerpo. Estaba rígida, total y enfermamente rígida. Sin más remedio tomé la bolsa y miré mi cara a un espejo. Mis ojos verdes ya no estaban, solamente yacían unos ojos color vino intenso y mi tez se volvió aún más blanca de lo normal. Alguien me tocó el hombro y yo instantáneamente giré la cabeza con vehemencia, abrí la boca y sentí dos nuevos colmillos.
-Mete eso aquí- La voz de Nox estaba íntegra, tan íntegra que daba miedo. Noté su rostro, que tenía la misma apariencia que el mío junto con su mirada de tonalidad vino y unos colmillos. – ¿Que esperas?- Me alarmó. Bajé la vista a un saco color marrón lleno de bolsas con sangre. Metí lo único que tenía y nos largamos de allí.
Todos empezamos a correr, a una velocidad extrema, pero no tan rápido como sucedió hoy en Oxford Street. Era asombroso. Parecía como si ver la sangre me haya transformado verdaderamente en un vampiro… en un monstruo. En lo único que pensaba en ese momento era en beber sangre.
Mis piernas se movilizaban solas, sin ninguna orden, y yo dejaba que corran libres, porque era una sensación única. El pelo se me echó hacia atrás y lancé un gemido de felicidad.
Luego me tropecé con una piedra, rodé colina abajo y quedé sentada de culo enfrente a la casa.
-¡NAYRA!- Escuché como gritaban Jeobanee y Lanus a la vez. La cabeza me pesaba y daba vueltas, trataba de levantarme, pero era en vano, volvía a caer.
Mierda, menuda idiota que era.
-Nayra, ¿estas bien?- Preguntó alterada la niña, arrodillándose a mi lado.
Las risas del pelirrojo se sentían desde kilómetros y Rubra venía, por suerte, menos preocupada que Jeobanee. –Por Dios, te diste un golpe de muerte- Se quedó mirando mi labio y mi mejilla.
-Estoy sangrando, ¿verdad?- Ella se apartó para que Lanus ocupara su lugar. Hizo una mueca de dolor.
-Pero eres una bestia- Sonreí.
-Lo siento mucho.
-No importa- Tal como Jeobanee y Nox, él también tenía los ojos vino.
Tomó mi brazo y chasqueó la lengua con los dientes, al miso tiempo que fruncía el ceño. – ¿Viste tu brazo?- di un vistazo a donde él me había dicho. Si, lo tenía todo ensangrentado. –Suerte que no te lo quebraste- Volví a ponerme rígida cuando ví todo ese líquido rojo salir por mi cicatriz. –Tranquila. Ya vas a saber como controlarte- Se dio la vuelta y llamó a Nox, quien bien se retorcía de la risa. –Ven a ayudarme con ella. Tú eres el experto en estas cosas, hijo- Le mandó.
Una vez adentro me sentaron en la mesa de la cocina, mientras traían un maletín de primeros auxilios.
-Que niña inteligente que nos tocó- Dijo molesto el pelirrojo.
-Cállate, Nox, y cúrala- Él revoleó los ojos y empezó a sacar una botella de alcohol, algodón, hilo y una aguja. ¡No! ¡Le tenía pánico a las agujas!
Colocó un poco de alcohol en el algodón y me lo dio, para luego introducir el hilo en la aguja. No pude evitar no gritar.
-¡No, no, se va a curar solo!
-¡Para, es solo una cosidita, mujer!
-No. Por lo que mas quieras, ¡NO!- Tuve que relamer mi labio inferior porque se me estaba escapando una gota de sangre. El miró fijamente lo que estuve haciendo y volvió al instante con su trabajo. – ¡No…! ¡No, no, no, no!-
-¡Vas a tener que pasar por cosas mucho peores, tranquilízate y para de gritar, Elizabeth!- Todos nos quedamos atónitos mirándolo. ¿Que nombre había dicho? El silencio reinó en la sala. Luego de unos tres segundos que fueron eternos Lanus habló, despejando un poco las mentes de la confusión del compañero.
-Vamos, Nox, apúrate a si podemos comer.
-Lo hago si ella se comporta- Jeobanee me tendió una mano y me dijo que girara la cabeza.
-No pasa nada… yo le tengo miedo a las cucarachas- Susurró. La miré con repugnancia, a mi me daban asco, mucho asco esos insectos feos.
Di un respingo cundo el filo de la aguja se introdujo en mi piel.
-¡Quédate quieta!- Vociferó Nox. La niña me apretó más fuerte la mano y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.
Pasaron no menos de cinco minutos, no me había quejado y había soportado el dolor por mis adentros.
-Ya esta, Ya esta- Solté la mano de Jeobanee. –Toma un poco de algodón con alcohol, para ponerte en la cara- Agarré el algodón y me lo coloqué en la lastimadura. Miré mi brazo que ahora tenía una herida de cinco centímetros con líneas entrelazadas.
-Gracias, Nox- Mascullé, el pelirrojo se dio la vuelta.
-De nada- Enfrente de él apareció un vaso lleno de sangre.
-Ten- Rubra se lo entregó y luego se apartó y me dio el mío, para después irse escaleras arriba.
-Supongo que mañana no vamos a ir a buscar más bolsas ¿no? Digo, juntamos muchas.
-Juntamos nada más para cuatro días- Avisó Jeobanee.
-¿Cuatro días?- Dije asombrada.
-Si. Bueno, creo que me iré a dormir- Tragó apresuradamente toda la bebida. –Hasta mañana-
-A si que los vampiros duermen- Afirmé.
-Si, no creas las tontadas que dicen los demás- Nox estaba lavando el vaso que usó, cuando Lanus me dijo eso y se fue también a dormir.
Nos quedamos el pelirrojo y yo solos, y todavía no había probado la comida.
-Me voy a dormir.
-Espera- Lo detuve. – ¿Quien es Elizabeth?- Me daba la espalda.
-Eso no te importa.
-Pero por algo me confundiste con ella- Hizo de su mano un puño y vino hacia mi, encerrándome en sus brazos.
-¡No tienes nada que ver con ella!- Pasó sus ojos ya verdes azulados por todo mi rostro.
-¿¡Por que reaccionas así!?- Tumbó la cabeza para abajo.
-No puedo controlarlo. Lo siento-
-Esta bien. No debí preguntarte nada, no es de mi incumbencia- Bebí, dejando que la sangre me invada con su dulce sabor y que las ansias de esta cesaran y volviera a ser la misma de antes. Se mordió el labio inferior.
-Voy al cuarto.
-Yo también- Solté de una, para no quedarme allí sola.
Apagamos todas las luces y rápidamente subimos a las habitaciones, para encerrarnos en un largo sueño.

Capítulo 2:

Tratando de Huir



Abrí la ventana tratando de no hacer ningún ruido. Había fingido muy bien que me tome todo a la ligera y que ahora iba a ser una más de su grupito. ¿Eso pensaban? Quiero decir, lo de la sangre iba en serio, pero el resto me importaba todo una mierda, quería estar con mi verdadera familia.
Miré para abajo. La distancia entre el piso y mi pieza era demasiada como para que la salte.
Dudé unos segundo, luego miré hacia atrás, procurando que nadie se aproxime, tomé velocidad y me tiré hacia el pasto.
Caí con la cara contra el suelo, llenándomela de césped y un poco de tierra en la parte izquierda, cosa que ahí se encontraba mi lastimadura. Me paré lo más veloz que pude y salí corriendo hacia la estación del metro.
Para cuando llegué me percate de que no tenía nada de dinero. Bueno, esto me alarmaría mucho si fuera ahora un humano, pero se ve que la transformación me hizo un efecto contrario.
Como no había nadie a esas horas de la noche, bajé sigilosamente en puntitas de pie, muy cerca de la pared, cuando terminé los escalones, me asomé un poco para ver el ambiente: Estaba más desierto que un desierto. Los cuatro cubículos estaban habitados por personas somnolientas y un policía estaba tranquilamente dormido en uno de los bancos que se encontraban después de traspasar los molinetes.
-Perfecto- Susurré y me encaminé, más bien, gateé hasta pasar por debajo de las cosas giratorias y colocarme como una simple chica normal que esperaba el transporte, pero al apoyarme contra la pared, hice un extraño ruido con el cuerpo y el oficial se despertó. Primero me miró de arriba abajo con cara de zombi, luego pestaño dos veces lentamente y dejó caer la cabeza hacia atrás.
Vaya, típico.
El metro vino luego de minutos, verdaderamente me estaba impacientando. Por suerte, no había más que tres personas muy concentradas en su mundo. Me acomodé lo más apartada posible de ellos y descansé la cabeza en la fresca puerta de metal. Tendría que ir a mi casa. No sabía como me iba a presentar, lo único que quería era decir: “Hola, ya llegué”, tal cual hacía cuando llegaba de un día cualquiera. ¿Y luego qué? ¿Cómo les explicaría que ahora estaba muerta, pero que en realidad no? ¿Que por arte de magia entre a una casa muy fea pero que a mi me llamó la atención no se porque maldita razón? ¿Y de que ahora en más no podría comer las riquísimas pizzas que hace mi madre, si no que debo chupar sangre o robarla de un hospital? Dios santo, la sola idea de preguntarme todo eso a mi misma me daba escalofríos.
El subte hizo un movimiento violento cuando frenó de golpe y una chica subió hablando por celular.
Era mi mejor amiga.
Loraine llevaba puesto un saco largo y marrón, con un jean negro y una camisa blanca, era alta y esbelta, pelo largo lacio en terminación de bucles, color bordo, que hacían contraste con sus ojos marrones en forma de almendra. Poseía una piel fina y blanca, con algunas pecas en la parte de su nariz. Era muy hermosa.
Me quedé atónita mirándola. Estaba en frente de mi mejor amiga, esa amiga que me acompañó desde los diez años. Y ahora su rostro parecía exhausto y preocupado. Dios mío, me quedé tan perpleja mirándola que me olvidé que estaba desaparecida. De mi espalda hice un bollo y traté de cubrirme un poco con las manos. Si, parecía un mono, pero ¿y que? Ya no quería ir a mi casa, si no, seguir a Loraine.
Luego de tres minutos se paró, justamente en la parada que yo me tendría que bajar si decidía ir con mamá y papá. Fruncí el ceño de lo extraño que me resultó y empecé a seguirla sigilosamente. Me sentía rara, como usurpando un espacio ajeno… que no era para nada ajeno, ya que siempre nos prometimos que todo lo que era de la otra, era de una misma.
Loraine me tomó por sorpresa y dobló a la derecha para subirse a las escaleras mecánicas. Después caminó dos cuadras largas que... esperen, ¡estaba yendo hacia mi casa!
Se paró en seco delante de la mismísima puerta de mi hogar, subió tres peldaños y tocó timbre. Yo me escondí entre los arbustos de la entrada, cosa que acto seguido, mi amiga se giró sobre sus talones para ver a su alrededor. No pudo divisar nada y volvió a mirar a la puerta, esta vez abierta.
-Nadie la vio, Rose- Mi mama abrazó a Loraine que soltaba pequeños llantos y hundió la cara en su pelo, también llorando. –¿Donde… donde cree que pueda estar?- Susurró entrecortada.
-No lo se, querida, no lo se.
-La semana que viene va a ser la primera obra que voy a interpretar y ella no va a estar para verme- ¡La obra! Loraine estaba estudiando para ser una actriz y me pidió de rodillas que vaya a verla en su primera actuación. Se me hizo un nudo en el pecho cuando recordé los tiempos que habíamos pasado juntas hablando sobre el tema y muchas de nuestras idioteces de adolescentes. –La policía ¿Ellos no pueden hacer nada, Rose?
-No pueden hacer más de lo que están haciendo.
-¡Pero desapareció de un día para el otro!- Gritó. Pude ver como las manos de mi mama se endurecían alrededor de la espalda de mi amiga.
-Tranquila.
-No puede estar muerta- Dijo entre lágrimas. –No lo esta, ¿verdad?- La simple idea de que este muerta a mi mama le produjo tanto dolor de estómago que hasta yo pude sentirlo. Sus ojos permanecieron cerrados a la fuerza, como si estuviera intimando a que fueran solo suposiciones, pero no contestó a la pregunta recién hecha por mi amiga. Hablando de preguntas ¿y mi padre? ¿Donde estaba él?
-Gracias por venir, Loraine- Mi amiga asintió. –Ahora debo ir a ver a Petter.
-¿Esta grave?- Más bien formuló esa pregunta para quedar bien, percibía sus ansias de salir corriendo y llorar hasta ahogarse. Al igual que yo.
-Lo que sucedió le dio una terrible gripe, por eso esta en cama- Después de decir estas palabras se despidieron y mi madre cerró la puerta tras de si.
Tal como lo había pensando, mi mejor amiga salió corriendo y lanzando sollozos.
Pensaba quedarme allí. No me importaba si me veían, no me importaba nada, quería quedarme.
Permanecí escondida en los arbustos, como un animal. Comenzaba a sentirme cansada y me dolía la lastimadura del brazo. Miré mi reloj, habían pasado quince minutos desde que Loraine se fue, quince interminables minutos.
¿Y si solamente me adentraba en la casa, sin hacer ningún ruido? No, era demasiado arriesgado.
Preferí quedarme en el natural aroma de la hierba, algo que me recordaba a mi infancia, cuando mi mama y yo jugábamos aquí y nos contábamos historias de aventuras, hadas y cualquier criatura mágica.
Acurruqué mi cuerpo en el suelo y cerré lentamente los ojos.


Calixta Stark
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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Mar Sep 06, 2011 6:21 pm

Amanecí muy temprano de lo habitual, o eso parecía, los rayos solares eran de un naranja amarillento, como el amanecer.
Pasé la vista por todo el cuarto y me alarmé al ver las caras amenazadoras de ellos cuatro. Como podía estar… Hay no.
-¡Nos diste un susto de muerte, Nayra!- Clamó Lanus. – ¿¡Como te atreves a irte de esa forma!? ¡Y encima quedarte a orillas de la entrada de tu casa! ¿¡Es que te suena lógico!? ¿¡O solamente estabas pensando en ti misma!?- Me atemorizaban los gritos. Sonaban pavorosos y al escucharlos me ardía el pecho. - ¡Contesta…Contesta maldita sea!- Se agarró fuertemente de uno de los postes de la cama y de repente sentí furia, una ira incontrolable que tenía que salir de mi cuerpo o sino estallaba.
-¿¡Sabes que!? ¿¡Sabes que!? ¡Yo nunca me hubiera esperado esto para mí! ¿¡Tu me hablas de lógica cuando lo que me esta pasando y lo que le pasó a cada uno de ellos no tiene ni la más mínima de lógica que en este mundo pueda haber!? ¿¡A quien se le ocurre tomar a cualquier ser humano y acabar con su vida!? ¿¡A quien!?
-¡Maldita sea, mujer! ¡Ellos son elegidos!- Me miró directamente a los ojos. –Y creo que tu nunca debiste serlo- Anunció tajante. Todos lo miraron asombrados.
-Es normal que actúe así…- Rubra hablaba como si tuviera miedo de su amo.
-¡Casi nos pone en peligro!
-Calma, Lanus. Lo que ella hizo esta demasiado mal, pero tú también acepta que no siempre las personas se toman las cosas a la ligera- Nox trató de apaciguar los gritos del otro. – ¿Por que no me dejas que la acompañe a dar un paseo por la zona? Quizás…- Se percató de que yo lo estaba mirando muy atentamente y se corrigió. – ¿Quieres, Nayra?- Seguía sintiendo un ardor en el pecho a causa de los gritos que Lanus me había dedicado y si, quería escaparme otra vez, pero quizás lo mejor era que por ahora, solo por ahora, me mantuviera aquí.
-Esta bien- Logré decir.
Esperé a que todos se vayan de la habitación, incluyendo al pelirrojo. Me senté en la cama, pegando mi cara a mis manos y volviéndome un ovillo.
Me preguntaba como era posible que ayer Loraine no se hubiera percatado de que yo la estaba persiguiendo, o que mi mama no pudiera sentir que había alguien escondiéndose en la entrada de su casa. Se ve que tan rápido me adapté al cambio que ya empezaba a caminar con más delicadeza y sigilo.
Rasqué mi frente con mis uñas largas pensando en la obra de teatro que mi mejor amiga iba a interpretar en una semana. ¿Tan terrible sería poder ir? No lo se, quizás si voy disfrazada o algo por el estilo no se de cuenta de que estoy. Pero tenía que tratar de convencer a Lanus. Dios, nunca más voy a permitir que él se enoje conmigo, de nuevo.
El llamado de la puerta me hizo levantar la vista hacia ella.
-¿Estas lista?- Nox me tomó por sorpresa cuando entró al cuarto.
-Si- Respondí sorprendida.
Bajamos lo más rápido que pudimos para que nadie nos haga ninguna pregunta y salimos de allí.
El silencio se volvió incómodo mientras caminábamos por el bosque. Nada más se escuchaban las hojas crujir debajo de mis pies y el viento soplar en las alturas de los árboles. Ojeé por un segundo a Nox, que estaba con las manos en los bolsillos.
Agradecía su gesto de querer sacarme a dar un paseo, pero la verdad que no estaría mal que hablara un poco.
Desprevenidamente me tomó de la mano y me miró, para luego salir disparado corriendo.
-¿Que haces?- Decía mientras el aire me pegaba en la cara con ímpetu.
-Si seguíamos caminando a paso de burro nunca íbamos a llegar a donde quiero llevarte- Apretó más fuerte mi mano y aceleró el paso aún más. ¿Llevarme? ¿Llevarme a donde?
Los cinco minutos que marcó mi reloj cuando paramos me habían parecido diez segundos. Paramos en un lugar cubierto por césped que llegaba hasta nuestras rodillas y lo demás era todo campo, excepto por una casa que estaba desmerecida por largos años.
Tenía todo el tejado roto, las columnas ya no existían, el porche se estaba derrumbando y la puerta se hallaba aplastada contra el piso.
-¿Que es esto?- Susurré.
-Mi casa- Respondió el pelirrojo rascándose la cien, un poco sonrojado. -Mi verdadera casa- No sabía que decir. Abrí los ojos con e inflé las mejillas, tomando aire.
-Pues, es una casa que sobrevivió muchos años...- ¿Era imbecil o me hacía? ¿Una casa que sobrevivió muchos años? ¡Dios! ¿A que tonto se le ocurriría decir eso?
Nox se echó a reír.
-Tranquila, esta hecha polvo, lo se- Me sorprendí por el término que utilizó al hablar.
-Bueno, ¿que esperas después de trescientos años?- Él me miró extrañado.
-¿Cómo sabes mi edad?
-Es que surgió en una charla que tuve con Jeobanee- Negó con la cabeza, junto con una sonrisa.
-¿Te dijo algo más de mi vida?- Rió por lo bajo.
-No, quédate tranquilo- Vacilé. –Excepto que mencionó que eres el primero transformado por Lanus.
-Bueno, supongo que esto da un hincapié a que te diga que fueron tiempos difíciles y que empiece a contarte mi historia, ¿verdad?- Lo miré de reojo.
-Yo nunca dije que lo que quería era escuchar tu historia- Me mordí el labio inferior luego de sonreír de soslayo.
-Pero para eso te traje aquí- Alcé las cejas, expresando mi asombro.
-¿Por qué querrías contarme tu pasado? Digo, vamos a convivir juntos años y años más, pero es raro, nos conocimos ayer.
-No es así. Las cosas pasan muy rápido- Habló de forma autoritaria. Tomó mi mano e hizo que fuéramos juntos hacia el interior de la casa, que estaba tan deteriorada como por fuera. -Año 1701. Las brujas y hombres lobos ya no eran un problema, tampoco los vampiros, eso creían los humanos- Asentí recordando la historia que me había contado con anterioridad. –El hombre podía caminar libre por la noche sin tener que estar cuidando de su propia vida. Y eso es lo que yo hacía cada velada. Recorría las calles de Londres con mis amigos, íbamos a bares, mintiendo sobre nuestra edad y conocíamos a chicas- Suspiró. –Una de esas chicas era Elizabeth. Alta, delgada, cuello esbelto, cabello marrón ondulado y ojos tan verdes que se los podía confundir con el musgo. Si creyera en la reencarnación podría decir que eres tú, pero esas son puras mentiras.
Tragué saliva.
-¿Que sucedió con ella?
-Rápidamente empezamos a salir- Clavó sus pupilas en mi, como si me estuviera refregando en la cara que las cosas pasan rápido. –Se comportaba como una puta, siempre pretendía algo de mí que yo me rehusaba a darle; no respetaba ni siquiera a sus padres- Un escalofrío cruzó mi espina dorsal, produciendo que me estremeciera por completo. –Se burlaba de los pobres robándole lo poco que tenían. Y lo peor de todo es que estaba loco por ella, ciego por su amor- Convirtió su mano en un puño, como si fuera a golpearse a él mismo por lo idiota que había sido. –Hasta que un día se enfermó muy grave y me rogó que por favor la dejara quedarse en mi casa, cuidándola, porque en la suya no podía permanecer, su abuelo estaba muy enfermo y cualquier otro germen le causaría la muerte. Yo acepté y mi familia también- Hizo una pausa. –La cuidamos, le dimos todo, logramos que se repusiera- Su mirada se perdió totalmente y sus ojos mostraban sufrimiento y desesperación.
-Sigue…- Puse una mano en su brazo, para tranquilizarlo.
-Un día, cuando ya estaba un poco mejor, fue a buscar algo al sótano y descubrió que mi padre era un contrabandista, intercambiaba drogas por el bien de nuestra familia- Tragó saliva. –Le rogué por lo que más quisiera que no se lo contara a nadie, ella juró cerrar la boca; pensaba que íbamos a ser una pareja feliz, sin inconvenientes, pero cuando se curó se marchó de la casa, conoció al hijo de un comisario, le contó lo de las drogas a su suegro y asesinaron a mi padre- La ira me invadió el cuerpo como si fuera Nox y sentía una oleada de calor hirviendo pasar por mi piel, lleno de amargura y desconfianza.
-Fue ahí cuando salí corriendo para descargarme y encontré a la casa Designo. Convertirme en vampiro fue lo mejor que me pasó y seguir esta vida también. Por eso te dije la otra vez que no eras igual a ella.
-¿Volviste a ver a Elizabeth?
-El día de su boda. Para asegurarme de que estuviera con mi padre- Al finalizar esas palabras lo miré desconcertada. ¿La había matado? –Si, Lanus se enfadó mucho, me gritó peor de lo que te gritó a ti hoy. Pero se tranquilizó cuando le dije que la degollé y no deje ningún rastro de que el asesino había sido un vampiro.
-Lo siento, Nox- Me rodeó los hombros con su brazo y suavemente me llevó hacia su pecho, en señal de que lo abrace. De hecho, yo también necesitaba hacerlo, era como si el no saber que contestar se resolviera con un simple abrazo. Me sumergí en su atractivo perfume y dejé que mis manos acariciaran su espalda.
-Volvamos antes de que Lanus se moleste aún más.
Mientras volvíamos por un sendero de hierbas verdes y flores, el sol nos pegaba en la espalda, provocando un cosquilleo caliente sobre ella.
-Nayra, ¿por que te quisiste escapar?
Titubeé unos segundos antes de hablar.
-Es que no podía admitirlo. ¿Como quieres que asuma que ya nunca más voy a ver a mi familia? ¿O que ahora no estoy ni viva ni muerta, que soy algo entremedio y que me tengo que alimentar de sangre?
-Es difícil- Murmuró. –Pero en serio, Lanus estaba muy enojado. Cuando Jeobanee fue a tomar un vaso de agua…
-¿Toman agua? ¿No era que la comida común les disgustaba?
-Si, pero el agua es la única bebida y alimento que no nos parece repugnante.
-Ah.
-Bueno, entonces, Jeobanee fue a buscar su vaso de agua, pero antes pasó por tu dormitorio, pensando que aún estabas despierta. Abrió la puerta y se encontró con la cama desecha, tú no estabas por ninguna parte. Gritó, nos alarmó a todos y tuvimos que ir a buscarte. No teníamos ni idea de donde podrías estar, así que corrimos por todo Londres buscándote.
-Y me encontraron durmiendo.
-Exacto, en la puerta de tu casa- Suspiré de lo tonta e inmadura que fue esa idea. –¿En que estabas pensando cuando lo hiciste?
-No lo se. Sinceramente no lo se.
Llegamos a la casa, caminando apresuradamente, entramos y nos dirigimos los dos a nuestros respectivos cuartos.
Abrí la puerta y me sobresalté al darme cuenta de que Jeobanee estaba sentada en mi cama.
-Casi me meo del susto, Jeobanee- Le reprimí a la niña. – ¿Que haces aquí?- Me sonrió de oreja a oreja, saltó hacia mí y me tomó de las manos.
-Estuve hablando con Lanus y me dijo que ya se le pasó el enojo contigo- Asentí con alivio. – ¡Y también quiere que vayamos a terminar tus compras!- Exclamó muerta de alegría, lanzando una risita histérica.
-Pero, Jeobanee- Traté de calmarla, estaba dando saltitos pequeños en su lugar y eso me irritaba bastante. –No es bueno que salga, no por ahora.
-Pero Lanus es muy inteligente y tiene una peluca guardada para ti- Se le iluminaron los ojos. –Te puedo maquillar al estilo Dark y usas ese pantalón con tachas que te compré. También te dejo tomar una remera que tengo, que va muy bien con ese jean- Me gustaba la idea, es decir, no soy de esas tontas que por ponerse una peluca piensen que pueden pasar desapercibidas, pero si me pintarrajeo toda y me pongo una ropa que no muy usualmente uso quizás si podría funcionar.
-Esta bien- Sonreí, mientras ella gritaba de felicidad.
Se marchó por un instante y luego volvió con un montón de maquillajes, sombras, pintalabios, delineadores y toda la cosa, más la remera que me había dicho. Me la tendió en el aire. Era hermosa, bueno, en realidad no era una remera, era un corsé negro, con encaje en forma de telaraña y tiras cruzadas que iban desde los pechos hasta el final de la prenda.
-¿Espera, quieres que me ponga esto?- Ella se encogió de hombros.
-¿Por que no?
-Es que queda medio…- Abrió los ojos como dos platos y se rió estruendosamente.
-Ay, linda, ¿y? ¡Todas visten como perras ahora!- Miré hacia el suelo, avergonzada. –Ponte la ropa, que luego te maquillo- Jeobanee salió del cuarto y dejó que me cambiara.
Me coloqué todo en segundos y debo admitir que no me quedaba para nada mal. Aunque resaltaba mucho todo.
-Ya esta- Le indiqué a la niña que ya podía pasar.
-Eso si te queda bien- Traté de taparme con las manos, por puro acto reflejo. Hizo un gesto para que me sentara en la silla de enfrente al espejo y comenzó a sacar todo su equipo.
Sentía como la esponja de la base que me ponía rebotaba en mi cara con delicadeza y un labial de no se que color, porque tenía los ojos cerrados, se movía al compás de la forma de mi boca. Después me colocó la sombra de ojos y los delineó, colocándoles rimel.
-Ya puedes verte- Me sorprendí al no reconocerme. Tenía la tez más blanca de lo que ya era, mis labios estaban teñidos de negro y los párpados de mis ojos lucían una resplandeciente sombra color negra. – ¿No te gustó?- Parpadeé unos instantes y le sonreí con ansias.
-Me encanta. ¡Gracias!.
-¡Que bien! ¡Y espera a ver la peluca!- Se hizo a un lado y sacó de una caja blanca una larga cabellera roja, que caía en V. Ató mi cabello en un rodete bajo y me colocó la peluca con flequillo.
Realmente, no me reconocía.
-Estas hermosa, Nayra- Posó una mano en mi hombro y nos miramos juntas al espejo. –Tengo otra sorpresa- Volvió a la cama, se arrodilló y sacó otra caja blanca. –Son botas- Me dio dos botitas cortas, en forma de pico y taco aguja.
-Te agradezco, la pizca que faltaba para que parezca una guarra- Hizo caso omiso a mis palabras mientras yo me ponía el calzado.
-¿Sabes que? Creo que le falta algo a ese cuello- Revisó en su bolso y encontró un collar con una cadena de plata y una flor de Liz negra y grande. ¿Es que tenía todo en ese bolso? Me puso el collar y sonrió. –Listo.
Bajamos a la entrada, yo me sentía tan compungida por como me veía, que caminaba con la cabeza gacha.
-Espérame aquí- Jeobanee me depositó en frente de la puerta y luego volvió a subir las escaleras. Yo, sin saber el propósito de su escapada, me quedé quieta rogando que nadie viniera.
Lamentablemente, mi deseo no se cumplió.
-¿Que haces así vestida?- Nox tenía una ceja levantada.
-Yo, eh, Jeobanee me va a acompañar a seguir comprando ropa- Dije sonrojada.
-¿A si? Pues lindo atuendo- Susurró sarcásticamente.
Él se acercó a mi cuerpo, nuestros rostros estaban tan cerca que me costaba trabajo respirar correctamente a causa de observar sin parar sus labios rojos y carnosos.
-Nox, deja de molestar a Nayra- El chico se apartó de mi y volvió la vista hacia su hermana menor quien ahora me estaba mirando con una sonrisa espontánea.
-Es un saco, para que no estés tan al descubierto- Me lanzó un abrigo de lana negra, largo hasta las rodillas. –Nox, ¿puedes acompañarnos?- El pelirrojo me miró de reojo y asintió.


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Mensaje por andreazoey14 Mar Sep 06, 2011 8:28 pm

Tu historia me gusta y me parece muy interesante le has dado un estilo nuevo a los cuentos de vampiros además se ve que tienes bastante imaginación y creatividad .
Felicidades por tu relato .... Razz
pd: Ya me atrapó la historia . Very Happy
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Mensaje por Calixta Stark Miér Sep 07, 2011 6:25 pm

Gracias Andrea, que suerte que te gustó! Y si, la idea era hacer algo distinto con el tema del vampirismo y romper con lo clásico, así que creo que lo pude lograr.
Espero que sigas con la lectura porque la verdad es lindo escribir algo y hacer que los demás lo lean y además que les guste Razz

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Mensaje por andreazoey14 Miér Sep 07, 2011 7:50 pm

Si claro que seguire leyendo los demás capis de tu historia .
Como dije me ha atrapado tu relato y dificíl de despegarme hasta que no lea el final... Razz
En tonces esperare al otro lunes para leer el capi siguiente y tienes razón tus capis son larguisimos Very Happy
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Mensaje por Calixta Stark Lun Sep 12, 2011 5:31 pm

Tomamos el metro, con todas las miradas de hombres, incluyendo mujeres, en mí.
-Vaya, tu si que llamas la atención- Musitó Jeobanee mientras subíamos las escaleras.
-Mi intención no era esa- Dije en un susurro. Pude divisar como un chico me guiñaba el ojo y algo en el semblante de Nox cambió rotundamente.
Al estar bajo el sol de Noviembre, mi rostro sufrió de una molesta picazón a causa del efecto que producía en la piel del vampiro.
-¿A donde quieren ir primero?- Estábamos de vuelta en las calles de Oxford Street, no estaban tan concurridas como ayer, pero la gente aún así era abundante.
-Vayamos a comprarle remeras y sacos, porque ahora que estamos en invierno lo va a necesitar- Habló la niña. El pelirrojo asintió con la cabeza, como si no le molestara estar de compras con nosotras. –Rose Candy es un buen lugar para ir a comprar abrigos- Señaló una tienda rosada y plateada.
Entramos por la puerta de cristal y al estar bajo el techo del establecimiento la fragancia a sangre, mezclada con perfume de mujer, me inundó por completo. Sentía que el aire entraba por mi boca y me dejaba percibir ese dulce aroma.
La mandíbula comenzó a dolerme, mientras que los colmillos empezaban a salir con vehemencia. Mis pupilas iniciaban a agudizarse y no quería imaginarme el color de los ojos.
Al notar que me había quedado quieta, Nox se dio la vuelta alarmado.
-Nayra…- Tomó mi brazo, le dijo a Jeobanee que me compre las cosas por mi y me llevó hacia fuera, lejos de la gente.
Agitada y excitadamente deseosa de sangre le hablé al chico.
-Necesito beber- Dije alzando las manos en dirección a su pecho. Notaba que temblaba y la voz me cambió repentinamente, sonaba fría y lujuriosa.
Nox colocó una de sus manos en mi mejilla congelada y me miró consoladamente.
-No puedes alimentarte de personas, no hoy.
-PERO LO QUIERO- Grité desahogándome y arrugando su camisa. Lo que yo hiciera nadie se iba a dar cuenta, estábamos en un callejón. –Y LO QUIERO AHORA, NOX-
-Tranquila, solamente tranquilízate- Dijo impaciente.
-¡No puedo!- Mordí mi labio inferior como señal de mis ansias. – ¿Como puedo saciar esto?
-Cuando probamos por primera vez la sangre humana, ya no podemos volver atrás, ya somos completa y totalmente vampiros y la comida nos empieza a disgustar- Lo miré impaciente.
-¡Eso no responde a mi pregunta!
-Lo se. Cierra los ojos.
-¿Que?- Pregunté atónita.
-Haz lo que te digo- Cerré cautelosamente los ojos y aprecié como sus dedos se posaban en mis hombros, pero un pensamiento interrumpió todo.
-¿Y Jeobanee?- Los párpados de Nox se abrieron a la par de los míos.
-Debe estar bien, no te preocupes.
-Hay que ir con ella, no debemos estar separados.
-¡Pero nadie te puede ver así!
-Oh, vamos, ¿quien se va a fijar en eso?- Revoleé mis ojos y agarré la mano del pelirrojo para dirigirlo a Rose Candy.
Le dimos una ojeada rápida al salón y enseguida supimos que ella no estaba allí.
-Maldición- Musité por lo bajo.
-¿Donde esta?- Habló el chico, y automáticamente fui hacia una de las vendedoras y le pregunté donde estaba Jeobanee, indicándole cada detalle de cómo era.
-Se fue hace unos minutos. Recuerdo que compró cuatro camperas y tres suéteres- Se quedó pensando. –Muy oscuros si he de decirte- Sacudí la cabeza, ya que eso no me importaba.
-¿No viste hacia donde se fue, no?-
-Lo siento, ¿pero yo que puedo saber?- ¿Es que no se había percatado de mi “diferencia”? No lo se, pero seguramente si, su mirada no era nada peculiar.
-Esta bien, gracias- Salí apresuradamente de allí y clavé mis ojos en Nox.
-¿Y ahora? No sabemos donde esta y ella no sabe donde estamos. Esto no está bien- Dije. Su mirada parecía perdida y confusa. – ¿No hay una especie de conexión entre los vampiros de la familia para encontrarlos?- Frunció el ceño y arrugó los labios.
-No. ¿De donde sacaste eso?- No contesté por mi idea bastante idiota.
-Empecemos a buscarla- Asintió y comenzó a caminar rápidamente hacia la izquierda, luego de segundos, esa caminata ligera se convirtió en una corrida acelerada. – ¿Como vamos a encontrarla si corremos así de rápido?-
-Te vas a dar cuenta, tenemos buen oído y olfato- Alzó la cabeza hacia arriba. –Sígueme. ¿Vueles ese aroma a sales minerales?- Olfateé instantáneamente.
-Si- Jadeé. –Me hace recordar a ella.
-Esta muy cerca. Trata de escuchar con más detalle- Agudicé los oídos, mientras que los murmullos de las personas sonaban más cercanos que antes, las bocinas de los autos se aclaraban y los pasos de los calzados rebotaban en mi cabeza como tambores.
De pronto la escuché. Escuché un gemido de tropiezo y como respiraba agitadamente.
-¡A la derecha!- Le advertí a Nox, quien giró automáticamente.
Dos hombres que estaban enfrente de Jeobanee se giraron al oír nuestra presencia.
-Vaya, vaya, ¿y ustedes quienes son?- Humanos, eran humanos. ¿Que hacía un vampiro de años acorralada por simples humanos?
-Suéltenla- La voz de Nox sonaba autoritaria pero no amenazadora.
-¿Crees que te voy a hacer caso?- El hombre que estaba más cerca de Jeobanee le apuntó con un arma a su cabeza cubierta por el pelo corto y rubio.
-¡Baja el arma!- Advertí. No entendía que hacíamos parados ahí cuando podíamos ir a patearles el culo a esos imbéciles.
-Bonita…- Uno de ellos se acercó a mí. Su cabello lacio caía sobre su espalda, atado con una coleta, sucio y enredado, mientras que sus ojeras negras iban a la perfección con su rostro demacrado y con arrugas. – ¿Quieres ser la próxima?- El aliento del tipo a cigarrillo me embriagó de disgusto, pero la sangre que corría por dentro de su cuerpo me mareaba e hipnotizaba. Lanzó una carcajada que retumbó por todas las paredes y noté como Nox estaba listo para embestirlo. ¿Que mierda hacía? ¡Jeobanee estaba en peligro, no yo!
Agarré al hombre por la remera y lo estampé contra el suelo.
-¡Nayra!
-¡Ve con Jeobanee!- Le ordené, para luego posicionarme encima del tipo y sin pensarlo, clavarle los colmillos cerca del cuello.
La sangre fluyó por mi boca, espesa y deliciosa, sabía mucho mejor que una barra de chocolate o un refresco de cola. Sentía como me volvía ebria de su sabor y rogaba para que no se acabara. El hombre se retorcía en su lugar, gritando y suplicando que lo soltara.
No sabía que había estado haciendo el pelirrojo, hasta que escuché un disparo. Levanté la cabeza, limpiándome los labios y dejando al moribundo en el suelo, muriéndose. Al acercarme más a donde se encontraba Nox, divisé el cuerpo herido del otro.
-Le disparaste- Dije con la voz temblorosa; el chico se dio la vuelta para mirarme.
-Bebiste su sangre- Habló con la cabeza gacha. – ¿Como te atreviste?- Parecía indignado.
-¿No es lo que ustedes hacen?
-¡Tenemos reglas, Nayra!
-¡Tú mataste a uno!
-¡Pero es distinto!
-¡Ya, paren!- La voz de Jeobanee nos interrumpió, pero nuestros ojos no dejaron de mirarse con desprecio. –Nayra, creo que te dejamos bien en claro que no puedes beber sangre humana directamente, excepto los días dieciocho.
-¡Nox asesinó al otro!
-No es lo mismo. ¡Lo mató para que no hablara, para que no nos delatara!- La opresión de culpabilidad que sentía en el pecho era inimaginable.
-Te defendimos. ¡Casi te iban a tirar un tiro!
-Se los agradezco, porque yo soy una jodida cobarde que se espanta con unos simples asesinos humanos- La miré para que continuara. –Pero que te quede claro que ahora no tienes cara para ir a hablar con Lanus. ¡Ayer te uniste y ya tenemos el prototipo de chica rebelde!
-¿Chica rebelde? ¡No puedo controlar mis impulsos!
-Vas a tener que aprender a hacerlo

La noche había caído a las siete de la tarde. La euforia de Lanus me había dejado sin palabras, pero por lo menos cuando se fueron a beber su vaso de sangre permanecí sola en mi habitación leyendo “Cherry Fly”
Estaba tan cansada y deprimida, que cuando terminé de leer el libro (Era un cuento, no muy largo) decidí dormir, escuchando como ellos hablaban y cuchicheaban cosas.

El sol iluminaba mi cuerpo, haciendo que sintiera felicidad y alegría. El campo en el que me encontraba solamente tenía un árbol, lleno de vida, en el medio y las nubes se balanceaban flotando en el cielo, despejado, color celeste. Todo parecía estar perfecto. No sentía ser un vampiro, pero tampoco ser una humana. Podía apreciar como es la vida sin defectos ni problemas, la paz y tranquilidad. Hasta que todo se volvió de un gris luctuoso y tétrico. El sol fue reemplazado por una luna llena gigante. El césped verde voluminoso, bañado en rocío, se tornó negro y quemado. Y las nubes de un blanco sucio, quedaron intactas en el cielo negro.
Mi mente susurraba todo el tiempo lo mismo: ¿Por qué?
De entre el suelo creció un trono oxidado rodeado de espinas y ramas. Alguien estaba sentado en el.
Sus ojos, penetrantes y oscuros, me miraban fijamente. Las manos huesudas, como su cuerpo, encajaban perfectamente en el apoyabrazos y sus pómulos se encontraban elevados y firmes en su rostro. Su pelo de un color azabache, que hacia un perfecto contraste con su piel pálida, llegaba hasta la cintura.
Al pararse, su vestido negro yacía como lluvia en su figura delgada. Y cuando me tocó el fuego inundó mi ser, enredándome en sus llamas con violencia, haciendo que sintiera el dolor más horripilante que hubiera existido nunca.


-¡Despierta! ¡Despierta!- Los gritos de Nox entraban por mis oídos, pero mi cerebro no reaccionaba ante ellos. – ¡Nayra, por favor! ¡Nayra, Nayra!- No podía despertar, solamente imploraba que la mujer me dejara en paz, que dejara de tocarme. -¡NAYRA!- Las manos del pelirrojo me sostenían los brazos y no entendía por qué. –¡Despierta!- Los ojos se me abrieron repentinamente y tenía el rostro de Nox pegado al mío.
-Por Dios, ¿estas bien?- Preguntaba acariciándome las mejillas.
-¿Por que…?
-Estabas gritando y sacudiéndote en la cama- Notaba las frías gotas de transpiración bajar por mi frente y como el corazón me latía a mil por hora. – ¿Tuviste una pesadilla?- Fruncí el ceño, confusa.
-Si… ¿Donde están los demás?- Tartamudeé.
-No se dieron cuenta.
-¿Y como tu si?.
-Es que mi habitación esta al lado- Miré sus ojos, para luego bajar a su boca y quedarme allí, observando su vivo color rojo, junto con su mandíbula estrecha.
Luego de eso, como si él me estuviera leyendo la mente, se inclinó hacia mí, con sutileza, y me dio un suave beso en los labios.
A pesar de que solo fueron segundos, y nada más un roce corto, la pasión me envolvió el cuerpo e hizo que deseara más de su boca, de su tacto. Rodeé su cuello con mis brazos y lo incliné más hacia mí, provocando que abriera los labios para propinarme otro beso. Un beso que estaba lleno de excitación y vehemencia.
La puerta se abrió de un golpe y el pelirrojo se echó al piso.
-¿¡Que sucede!?- Lanus entró a mi habitación corriendo y se paró enfrente de la cama.
-Tuve pesadillas- Susurré. Él se acarició la barbilla, revoleando los ojos, para luego mirar a Nox.
-¿Que haces tú en el piso?
-Me caí. Si no fuera por tu entrada de héroe no me dolería el culo- Se paró con pesadez y le habló a su amo con respeto. –Sus gritos me despertaron y vine a ver que sucedía.
-¿Como era tu sueño, Nayra?- Lo miré de arriba abajo, tratando de recordar la pesadilla. Pero era como si una voz me dijera que mantenga todo en secreto. Sentía que al querer contar la historia mi boca estaba sellada con una fuerza sobrenatural a la que no tenía fuerzas suficientes para enfrentarme.
-No lo recuerdo- Murmuré con la vista perdida en las suaves sábanas. –Solo…solo… solo se que…- Alguien en ese momento me pegó en la cien y propiné un gritito leve, llevándome la mano a mi nuca.
-¿Estas bien?- Lanus se acercó a mí y me tomó de los hombros. Yo asentí e hice que me soltara. –Te dejaremos dormir, quizás eso te calme.
Esperé a que ellos salieran de mi cuarto para reposar la cabeza sobre la almohada. No tenía ganas de dormir. ¿Que tal si soñaba otra vez con la misma mujer y me despertaba con el alarmado grito de Nox, o de quien quiera que viva en esta casa, otra vez? Entonces, para evitar problemas y preocupaciones no cerré los ojos y esperé a que Lanus y el pelirrojo estén dormidos así yo podía ir a despabilarme al living (Que era una habitación más del pasillo).
Después de estar esperando veinte minutos en el silencioso y frío cuarto, caminé en puntitas de pie hasta el living, que a mi sorpresa estaba abierto.
Prendí las luces en forma de vela, irónicamente yo había pensado que eran de verdad, y cerré la puerta detrás de mí.
Me senté en uno de los sillones de terciopelo color coral y me dediqué a pensar.
La mente, otra vez, me daba vueltas y no paraba de tener una terrible jaqueca interna. El sueño que había tenido me revolvía el estómago y la cara de esa vieja bruja, junto con sus manos quemándome, me dañaban aunque fuera una pura ilusión. ¿Beber sangre en un aprendiz produciría eso? ¿O solamente fue una de tantas pesadillas? No lo creo. Había sido tan real todo: La sensación de felicidad y angustia repentinamente, el daño que sentía al quemarme, la presencia de esa mujer… todo.
Me llevé las manos a la cara, inclinándome hacia abajo, tratando de aceptar el cambio.
De un día para otro pasé a ser la nena de familia, a un adolescente vampiro “rebelde”, como me llamaba Jeobanee. Todavía tenía en la boca el satisfactorio sabor de la sangre del humano que había atacado, para defender a la niña y para saciar mi sed. Solamente recordar al tipo retorciéndose en el suelo y gritando para que lo soltara me hacía pensar que era un monstruo. Lo peor es que yo soy un monstruo.
Después estaba Loraine, mi mejor amiga, que pensaba que estaba desaparecida o muerta. Esa chica que vi en el metro y la perseguí hasta su casa, para luego darme cuenta de que se dirigía a la mía, sus lágrimas combinadas con las de mi mama y mi mente que seguía firme con la idea de ir a verla… sea como sea, la semana que viene tenía que verla.
El beso de Nox. El corazón me dio un vuelco al recordar eso. Me había besado con Nox. ¿Por que? No tenía ni idea. El me tentaba más que cualquier otro hombre, pero era mi hermano, o sea parecía. Es decir, pertenecíamos al mismo clan, ¿podíamos tener relaciones con personas de una misma casa? ¿O me besó porque le hago recordar a su ex amada Elizabeth?
Si, pasaron muchas cosas en dos días. En mi antigua vida como humana tenían que transcurrir semanas, o incluso meses, para que algo atractivo me pasara, ahora solamente tengo que ponerme histérica por la comida y salir a cazar o tomar la decisión de escaparme y dormirme en el arbusto de enfrente de mi casa.
Como sea, los párpados ya se me estaban cerrando, así que, con cuidado, fui hacia el cuarto a dormirme. Aunque todavía tenía un poco de miedo y dudas respecto a eso, pero no podía pretender quedarme despierta toda la noche. A parte mañana iba a ser otro largo y tortuoso día y tendría que estar bien despabilada.


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Mensaje por Katherine Lun Sep 12, 2011 6:03 pm

Yo espero más capitulos nuevos porque ya la empece a leer antes que todos!!! Así que daleee!! jaja amo tu novela Meluuu linda!

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Mensaje por lali_f Mar Sep 13, 2011 1:39 pm

Es muy interesante tu historia y voy de a poco leyendo lo que puedo pero ya te he dicho que escribis muy lindo y de una manera muy atrapante también, es por eso que tu historia me gusta no solo es original sino que también me divierte y me dan ganas de continuar la lectura, te felicito y espero seguir con los capitulos Wink
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Mensaje por Calixta Stark Mar Sep 13, 2011 2:53 pm

Gracias Laly!! Es un gran aliento que les guste mi novela, porque uno siempre tiene esos bajones que les agarra de vez en cuando y piensa que no hace nada bien. Pero con lo que me dijeron Cari, Andrea y vos me animan mucho jajaja (A parte de que en estos momentos no estoy escribiendo casi nada porque ando muy cansada).
Además estoy empezando a leer tu historia y debo decirte que esta muy buena, así que en cuanto me ponga al día te la comento!

Saludos!

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Mensaje por andreazoey14 Miér Sep 14, 2011 3:49 pm

Este capi me gusto mucho la historia cada vez se vuelve mas buena e interesante .
Y una ya se familiariza con los personajes y ahora con el posible amorio de Nayra y Nox .. Razz
Concuerdo con Cari y Lali
Saludos!! Very Happy
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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Lun Sep 19, 2011 1:51 pm

Capítulo 3:

La Atracción



Bajé las escaleras como si llevara en mis espaldas una pesada bolsa de papas.
No había podido dormir para nada bien, me despertaba cada una hora y me quedaba media hora más despierta sin saber que hacer, mirando al techo.
A penas divisé que eran las seis de la mañana y que el sol se estaba levantando por el horizonte me levanté de la cama.
Una vez en la cocina, me quede petrificada al ver la figura de Nox, sentado, con las manos alrededor de un vaso con agua.
-Lo siento.
-¿El que?- Pregunté haciéndome la tonta y sorprendida por que él también estaba levantado a esta hora de la madrugada.
-Lo de anoche. Fue un impulso.
-Yo también estuve reflexionando sobre el tema- Me miró para que prosiguiera. – ¿Lo hiciste porque estabas muy necesitado? ¿O porque te hago recordar a Elizabeth?- Supe que la última pregunta lo había dejado mudo y sin palabras.
-Por ninguna de las dos- Cerró los ojos. –Los vampiros pueden tener una atracción que no va más allá del deseo sexual con un integrante de su mismo clan- Casi me quedo sin habla. ¿Deseo sexual? El me miró intensamente a los ojos. –Si, Nayra, siento deseo sexual por ti- Mi respiración se tornó agitada y no me resultó fácil pronunciar algo. Solamente me quedé parada allí, en el umbral de la cocina, sin saber que hacer. – ¿Quieres ir afuera? Quizás eso te calme- Asentí.
Cuando el viento frío rozó mi piel, sentí un revoltijo en el estómago y un dolor de cabeza inhumano. Se me vinieron millones de dudas a la cabeza y muchas de ellas eran sobre el amor y el sexo.
-Nox…
-La atracción es mutua- Sacó las palabras de mi boca, como si supiera que se lo iba a preguntar. Respiré hondo y dejé que el aire entrara a mi cuerpo para tranquilizarme. –Sin embargo nunca nos vamos a poder enamorar, ni formar una familia-
-Entonces sería como una pasada entre los dos.
-Exacto. Si yo quiero tener sexo contigo, instantáneamente tú también querrás.
Nuevamente asentí, haciendo a un lado el insignificante detalle de que era virgen.
-Como sucedió ayer cuando me besaste- Afirmé.
-Claro.
-¿Los demás tienen que saber sobre esto?
-Se darán cuenta solos.
-¿Y no se molestarán?
-¿Por qué iban a molestarse? Es algo totalmente natural- Hizo una pausa. –Aunque en nuestro clan es la primera atracción- Se acercó más a mí y me tomó de las manos, acariciándome suavemente los dedos. –No tengas miedo, Nayra. Es como un juego de dos simples adolescentes. Salvo que- Agachó la cabeza pesadamente. - el que se enamora primero de otra persona deja de sentir esa atracción y condena a su amigo para que esté solo de por vida- La pena me invadió por completo y la amargura se percibía a la legua alrededor de nosotros.
-Eso es totalmente estúpido e injusto- Susurré.
-Lo se, pero tal parece que los vampiros estamos preparados para ese tipo de sufrimientos.
-No, Nox. No puede ser.
-Nay, no te preocupes por lo que pueda llagar a pasar. Todavía eres muy joven- Tomó mi mentón y me dedicó un sutil beso corto en los labios.
-Tienes razón- Dije sonriendo. –Yo soy una linda chica de quince años, y tú un viejo de trescientos tantos- Cuando el pelirrojo carcajeó felizmente, me olvidé de lo triste que sería nuestro futuro para alguno de los dos y me uní a su risa.
Entramos a la casa y cada uno se fue para lugares distintos. Nox se dirigió hacia su habitación y yo a la cocina.
Abrí la heladera y percibí el olor que tanto me embriagaba de la sangre en bolsas. Busqué algo que no fuera un atractivo líquido rojo y ví que más al fondo se encontraba una botella de vidrio llena de agua. La tomé entre las manos, agarré un vaso de la alacena y volqué la bebida en él.
-¡Hola!- Jeobanee se abalanzó sobre mi, abrazándome por atrás. – ¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! ¡Ayer no quería ser tan ruda contigo!- Me di la vuelta y ella hundió la cabeza en mi pecho.
-Esta bien, no te preocupes- Sonreí y le acaricié su pelo. Jeobanee me parecía tan inofensiva, pequeña e inocente que no podía dejar de creer que tenía cincuenta años.
-Pude rescatar los suéteres. Son muy lindos, en serio- En su rostro se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias, linda- Se apartó de mí, sin dejar de sonreír.
-Que haces levantada tan temprano?- Dudé un minuto, debería contarle el sueño? Entonces sentí una apuñalada en el estómago, fue producida con vehemencia y apropósito.
-No me podía dormir…
-¿Te enojaste con nosotros?
-¡No seas tonta!- Reí. –Soy una “rebelde”, ¿No?
-Más o menos- Hizo una mueca burlona.
-Jeobanee, ¿Cuando va a ser el día que dejes de gritar?- Escuchamos como Nox bajaba las escaleras.
Al oír su voz mis dos mejillas se ruborizaron y sentí un cosquilleo en todo el cuerpo. Ya notaba como necesitaba que me tocara y besara, todo el tiempo.
-Cállate- Cuando Nox entró a la cocina, intercambiamos una mirada cómplice y la niña nos miraba interrogante.
-Creo que me voy- Jeobanee pasó por al lado de su hermano, propinándole un golpe en el brazo. El revoleó los ojos y luego me miró.
-Hola- Dijo con una sonrisa. Pero antes de que pudiera hacer algo, Lanus se asomó por la entrada de la cocina.
-Nayra, ven- Hablaba tajante. –Es hora de tu entrenamiento.
-¿Entrenamiento?- Profané.
-¿Tan pronto, Lanus?- La voz de Nox sonaba como si no lo pudiera creer.
-Los vampiros nunca se apresuran, solo tienen distintos tiempos- Hizo una pausa. –Sígueme, Nayra- Giró la cabeza hacia el pelirrojo. –Tú quédate aquí.
Lanus me llevó hacia las partes traseras de la casa, donde todo estaba cubierto por la niebla y el césped carbonizado reposaba fríamente en la tierra.
-¿Para que es el entrenamiento?
-Todos los aprendices necesitan saber como atacar a su presa, contenerse por la sangre humana, y moverse con agilidad.
-Pero eso lo estoy adquiriendo sin entrenar, amo- Era la primera vez que lo llamaba “Amo” y al decirlo, mi voz sonó quebrantada, enferma y dolorida. Todavía no podía asumirlo.
-¿A si?- Inquirió irónicamente. –Entonces, ¿Como explicas el incidente de ayer?- Me sentí estúpida e indiferente. Agaché la cabeza en señal de arrepentimiento. –Vamos, niña, tienes mucho que aprender.
-¿Por donde vamos a empezar?
-Agilidad, cómo moverte y desplazarte- Alzó una ceja. –Y como enfrentarte a los otros vampiros- Vino rápidamente hacia mí –Empecemos. Tú ve hacia esa punta, yo estaré en la otra- Dijo señalando los dos extremos del lugar.
Me dirigí hacia el este y me quedé parada, esperando sus órdenes. –Bien, cuando diga: ¡Ya!, corres hacia mí y tratas de embestirme, yo haré lo mismo contigo.
Asentí, preparándome para su advertencia. El viento soplaba bajo mis pies, mientras que la adrenalina me invadía el cuerpo. Sentía que los nervios me carcomían el estómago y el corazón me latía a mil por hora. – ¡Ya!
Cuando oí la alerta, mi cerebro no pensó, las piernas se me empezaron a mover solas y yo solamente corrí hacia él. Los dos chocamos, al mismo tiempo, pero Lanus fue más ágil y me abrazó para luego tumbarme en el piso.
-Tienes que ser más rápida- Al decir eso, clavé mis manos en su cintura, para tratar de sacarlo de en sima mío, pero no podía, se me hacía imposible, pesaba demasiado.
Los brazos se me tensaron, quedándose petrificados. – ¿Que pasa? ¿No tienes fuerza?- Rodeó mi cuello con sus dedos, dejándome sin aire. Notaba como no podía respirar y mi cuerpo comenzaba a convulsionarse. –Tú puedes- Me forzaba a actuar apretando más mi garganta. Tosí con desesperación.
Entonces, las fuerzas me surgieron de la nada. Dejé de sentir su pesado cuerpo sobre mis huesos y sus manos apretando con fuerza mi cuello, para enterrarle las uñas en sus brazos y lanzarlo contra un árbol.
Lanus sonrió con satisfacción.
-Muy bien. Pero no era la reacción que esperaba- Corrió hacia mí y me pegó en el estómago, para luego propinarme una patada en el pecho; yo salí disparada hacia la pared y caí boca abajo en el suelo.
No se puede explicar el dolor y la violencia que contienen los golpes de un vampiro. Cuando Lanus, solamente por un estúpido entrenamiento, chocaba los puños contra mis riñones, sentía que todo mi cuerpo se agitaba y las tripas se me rompían de un solo suspiro. La patada en el pecho produjo que se me detuviera el tiempo y que solo pudiera pensar en que iba a morir.
Basta, por favor, rogaba que esto terminara. –Nayra, ¡tienes que dar más!- ¿Que más esperaba de mi? Quería darme por vencida. La boca me temblaba y mi ser no respondía. – ¡Levántate y atácame!- “¡Mátalo!” Me dijo una voz que no conocía, pero estaba dentro de mi mente. “¡Mátalo!” Sentí como se me tensaba la mandíbula y las pupilas se me dilataban, hasta terminar en un mísero punto indiferente en mi color de ojos. Las uñas comenzaban a crecer rápidamente, filosas y puntiagudas, a pesar de mi forma ovalada. “¡Mátalo!” Automáticamente, me levanté del suelo, como si la voz me ordenara a hacerlo. Lancé un chillido ensordecedor y de un salto llegué hasta donde estaba Lanus.
-A eso me refería- Soltó una risa. Rasguñé su yugular y dejé que soltara un grito, para luego taparle la boca, apretarle la mandíbula y aplastarlo contra el césped. El tentador hilo escarlata que sobresalía por su piel me obligaba a probarlo. ¿A caso la sangre de los vampiros también es sumamente seductora? Lanus, desprevenidamente, me tomó de la muñeca y sacó bruscamente mi mano de su cara. –Eso es lo que se siente enfrentarse a otro vampiro- Yo respiraba agitadamente y sus palabras no llegaban a tener ningún sentido para mí. “¡Mátalo!” Mierda, otra vez esa voz. –Vayamos a…- Al ver mi expresión desesperada por beber su sangre, tapó la herida con su mano y con la otra tomó la mía. –Se que te resulta tentador, pero cuando un vampiro lastima a otro, si quiere, puede curar esa lastimadura colocando sus dedos en ella.
Sacó su mano de la fina línea roja y colocó mis dedos. Sentí un leve cosquilleo rozar mi piel y por fin pude tranquilizarme y volver a la normalidad. Lanus se paró y sonrió. –Vamos a descansar.
El me dirigió hasta detrás de un árbol, donde había un montón de ramas colocadas una encima de la otra, como formando una hoguera. –De ves en cuando, nos gusta reposar a la luz y el calor del fuego. Nos reconforta- Percibí una opresión en el pecho insoportable.
Mi amo sacó de su bolsillo de la campera un papel, que lo colocó encima de la hoguera. Agarró dos palos del piso, apoyando uno sobre el papel y raspándolo con el otro, para que se hiciera el fuego. Como si fuera por arte de magia, el destello naranja apareció al instante, sin dejar que pasen ni cinco segundos. El fuego comenzó a carcomer la madera a un paso apresurado. Pero nada iba bien, era como si mi cuerpo no dejara que las flamas del fuego me cobijaran como lo harían en cualquier vampiro.
Entonces la sentí. Sentí las manos de esa horrenda mujer tocarme y ahogarme en el ardor. Cerré los ojos con fuerza y rogaba que el viento me sanara y tranquilizara, pero la brisa fresca había desaparecido. Yo escuchaba como Lanus no paraba de hablarme, pero no era capaz de responderle, solamente asentía.
Nada más le hacía caso a mis ganas de gritar y salir corriendo a una pileta helada, sin embargo no lo hacía para no preocupar al hombre, y a los demás. Ya bastante habían tenido en estos dos días.
Me mordí el labio, para no llorar.
-¿No es fascinante?- Dijo Lanus, con una sonrisa en la cara. –Luego de cazar al humano venimos aquí- El solo hecho de volver dentro de tres días a ver el resplandeciente y sofocante fuego me mareaba y producía retorcijones en el estómago.
-¿Lanus, puedo ir a caminar?- Susurré casi sin voz.
-Claro, linda- Al decir eso, salí disparada hacia la derecha, adentrándome en el bosque, sin parar, sufriendo por la vehemencia del fuego rozando mi cuerpo que seguía divisando.
Mi respiración era entrecortada y las lágrimas frías que rozaban mis mejillas no era una curación para el ardor que sentía.
-YA BASTA- Largué un grito ahogado, sentándome en las raíces de un árbol. Rodeé mi cabeza con las manos, rasgándola con las uñas, y me agaché, gritando con todas mis fuerzas, pensando que eso podría sanar el sufrimiento.
-Mi señora…- Una persona me había llamado, posicionando su mano en mi rodilla. Levanté el cuello y al ver el mismo rostro estafador que estaba acorralando a Jeobanee me estremecí, alejándome unos centímetros de él. Llevaba el mismo peinado y la misma ropa, pero las arrugas de la cara habían desaparecido, para formar algo perfecto sobre su rostro. Abrí los ojos como dos platos.
-¡Aléjate de mí!- Me levanté invadida por el pánico y comencé a correr, sabiendo que él no me estaba persiguiendo.

Abrí la puerta de la casa, con poco disimulo.
-¡Aquí estas!- Nox me recibió con una sonrisa y un gran abrazo. –Lanus dijo que te había ido bien, pero que querías descansar sola- Apoyé las manos en su espalda y traté de tranquilizarme.
-Si, estoy mejor- La voz me tembló al mentir.
-Me alegro- Dijo con una expresión de felicidad en su rostro.
Me quede contemplando sus ojos claros, tratando de encontrar paz en ellos, pero no pude. Tampoco pude dejar de pensar en el loco del bosque y en como la piel me ardía con tan solo observar el fuego. ¡Mierda! ¿Es que no podía estar tranquila un solo minuto?
Volví a mirar sus ojos y… necesitaba contarle, aunque sea lo del bosque, él sabría que decirme. –Nayra, ¿Te encuentras bien?
-Nox…- “Cállate” Esa voz otra vez resonó en toda mi cabeza, ordenando que me quedara en silencio, seguida de un golpe fuerte en el pecho.
Voy a ser sincera, comencé a asustarme.
-¿Si?- Tenía que cambiar de tema, cuanto antes; entonces me acordé de la obra de teatro de Loraine.
-En cuatro días es la obra de mi mejor amiga, y antes de que fuera un vampiro le prometí estar allí si o si
-Pero, linda...
-No. Se que es muy arriesgado, pero necesito ir. Si quieres puedo vestir de cualquier cosa, pero por favor, déjame estar allí- Le supliqué. Él respiró hondo y se llevó una mano a la barbilla.
-Nayra, por mí esta bien, pero yo no decido las cosas. Y tú sabes quién las decide.
-Trataré de convencer a Lanus.
-¿Convencerme de qué?- El hombre bajó las escaleras con paso decidido y se acercó a nosotros dos.
¿Es que siempre tenía que pasar eso? ¿Por qué a veces las cosas eran tan obvias?
Yo giré la cabeza hacia él, tratando de no vacilar al hablar.
-De que…
-Tenemos una atracción- Me interrumpió Nox, esperando poder salvar mi pellejo.
-¿De eso me tienen que convencer?- No pareció darle la mayor importancia a lo que Nox le había dicho. Y de repente, en un abrir y cerrar de ojos se me ocurrió lo primero que se me vino a al mente. Sabía que este no era el momento indicado para decirle a Lanus lo de Loraine.
-No. A mi me da miedo estar ante el fuego- Okay, no era técnicamente una mentira, pero tampoco era toda la verdad.
Mi amo me miró desconcertado.
-¿Qué dices?- Miré al pelirrojo de reojo y supe que tenía la misma expresión que su padre.
-Bueno, si, desde pequeña le temo al fuego y creo que eso no cambió- Bien, esta vez sí que mentí.
-Mira, Nayra, ahora eres un vampiro y los traumas que hayas tenido de cuando eras niña ya no influyen en tu nueva vida. Descansar bajo la fogata es una especie de rito que hacemos para purificarnos luego de cazar a un humano; cosa que muy pocos como los nuestros hacen- Me miró intensamente a los ojos y luego dio un largo respiro.
-Quizás necesito acostumbrarme, ya sabes, puedo mirar desde la ventana de mi habitación, que da perfectamente hacia el patio trasero- Lanus frunció el ceño. Al ver que no le agradó mi comentario, agregué avergonzada: -Era una broma.
-Aja, comprendo- Hizo una pausa. –No. Lo lamento, pero creo que vas a tener que disfrutar del fuego en el mismo lugar que nosotros. Cerca de él.
¿Qué? Toda esta conversación había empezado de la nada, lo se, pero si se volvía a repetir lo mismo de hace unas horas, ¿Cómo iba a poder soportarlo?
El hombre se dio la vuelta para ir a la cocina y desde el umbral murmuró con voz pícara:
-¡Ah! Los felicito por su atracción. En esta casa hace falta un poco de acción- Nox rió por lo bajo, mientras yo revoleaba los ojos.
-¿Miedo al fuego? Fue lo primero que se te ocurrió, ¿Verdad?
-Si- Dije mordiéndome el labio.
-Y hablando de eso, ¿Sabes que nunca conocí a un vampiro que le de miedo el fuego?- Juntó sus labios hasta formar una línea recta en su rostro. Luego sonrió ampliamente y cambió de tema. –Va a ser muy satisfactorio estar contigo bajo la luz ardiente del fuego- Me guiñó un ojo, tomó mi cintura y me atrajo más hacia él.
Enredó sus dedos en mi pelo, haciendo que olvidara todo lo que había pasado antes y pegó sus labios contra los míos, produciendo que, al abrir la boca, nuestras lenguas se encontraran y comenzaran a jugar entre si. Su sabor era excitante y me embriagaba de tan solo saborearlo.
Una chispa de excitación envolvió mi cuerpo he hizo que lo deseara aún más. Deseaba sentir sus labios aún más, deseaba sentir nuestro contacto aún más y los dos deseábamos algo más.
-¡A eso me refería!- Todo fue interrumpido por la voz tentada de risa de Lanus. –Ustedes sigan, yo me voy con mi vaso de agua a mi habitación- Abrió los ojos como dos platos. -¡Sigan, sigan!
-No, la verdad que no- Susurré entre dientes.
-Nos cortaste la inspiración, Lanus- El hombre revoleó los ojos y subió los últimos peldaños, hasta llegar en donde se encontraba Jeobanee, intercambiaron una sonrisa y los dos siguieron su camino.
La niña me sonrió alegremente.
-¿Qué tal fue el entrenamiento?
-Un tanto duro- Ella torció la boca.
-Bueno, los golpes de los vampiros en quince minutos ya no están más- Yo asentí con la cabeza. –Oye, ¿Quieres ir a Piccadilly Circus?
¿Piccadilly Circus? ¿Uno de los lugar más transitados en Londres? ¿Lleno de gente con deliciosa sangre corriendo por sus venas? ¿Eso sería seguro? ¡Ah! Y me olvidaba de que quizás, solo quizás, me pudieran llegar a reconocer.
-Jeobanee, Piccadilly Circus es peligroso para ella. Así que creo que sería mejor si yo iría con ustedes… ya sabes, por si se descontrola- Acotó el pelirrojo.
-Disculpa, pero quiero que sea una salida de chicas. Si a ella le pasa algo, voy a saber controlarla.
-¿Pero a esta hora? Son las 18.30 y esta oscureciendo.
-¿Qué mejor momento para estar en Piccadilly Circus que a la noche?- Hablé hacia los dos. –A mi me agrada eso de la salida de chicas. A parte, yo confío en nuestra hermana, seguramente si me vuelvo loca va a saber que hacer.

Calixta Stark
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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Lun Sep 26, 2011 1:55 pm

Me encerré en el cuarto, lista para cambiarme e ir de paseo con mi amiga.
Tiré hacia arriba de la remera que llevaba puesta y la deposité en la cama.
Abrí el armario para ver qué clase de cosas me había incluido Jeobanee y divisé unos cuantos suéteres oscuros, tal cual me había dicho la chica del local en donde los compró. Junto a ellos estaban los jeans y unas remeras (Que no se de donde salieron). Le di una ojeada al cajón y divisé mucha ropa interior. Gracias a Dios existía gente como Jeobanee que era obsesiva a encargarse de todo.
Tomé una de las muchas remeras mágicamente colocadas en las perchas, la combiné con un jersey, de cuello en V negro, unos pantalones y agarré las botas más próximas que encontré.
Me di la vuelta para mirarme al espejo y… ¿Qué eran esas marcas?
Corrí hacia el cristal y al darme cuenta de que eran esas extrañas manchas en mi piel se me hizo un nudo en el estómago.
Las quemaduras rodeaban gran parte de mis hombros y un sector en mi espalda estaba dominado por ellas.
Mi cabeza empezó a dar vueltas al imaginarme las horribles cosas. Yo no me había rostizado bajo el fuego, pero sin embargo, había sentido unas horribles manos tocarme y quemarme.
Esperen, había tenido una pesadilla en la cual me había pasado lo mismo, pero al despertar no mostraba ningún indicio de quemaduras.
-Nayra, ¿Estas lista?- La voz insistente de Jeobanee me alarmó ante el llamado a la puerta.
-No, espera un minuto- Dije firme con mis palabras.
Necesitaba pensar, pensar y descifrar las cosas que me estaban pasando. ¿Pero cómo podría hacerlo sola? Cada vez que quería contarle algo a alguien, una fuerza invisible me golpeaba en el cuerpo, produciendo que cerrara la boca. Esto estaba jodidamente mal.
Esperen otra vez, ¡Los golpes! ¡Claro! La primera vez que esa cosa me había pegado, fue cuando traté de contarle mi sueño a Lanus y Nox, y eso fue en la sien.
-¡Bueno, pero apúrate!- Sin darle importancia al comentario de la niña, alcé mi pelo hasta que la parte de la sien quedara al descubierto, esta tenía un fuerte, pero pequeño moretón morado.
Luego recordé el segundo lugar en el que me había pegado: El pecho.
Me puse de frente a mi reflejo y vi otro moretón morado sobre mi cuerpo.
-¡Nayra, vamos! ¿Tanto tardas en cambiarte?- Suspiré entrecortadamente, sabiendo que con ella allí no podría seguir observándome por mucho tiempo más.
Me puse la ropa lo más rápido posible, me maquillé con un leve delineado en los ojos, bañé mi cuello en perfume y salí de allí.
-¡Al fin!
Bajamos las escaleras, despedimos a Lanus y Nox, ya que Rubra no estaba. Mejor dicho, no la había visto en todo el día.
Llegamos al metro, compramos los boletos y nos metimos en el transporte.
Una vez que llegamos a Piccadilly Circus, Jeobanee comenzó a dar saltitos, dejando que las luces de neón de los carteles iluminen su perfecta piel.
-¡Jaja! ¡Hace cuanto no venía aquí!- Por su gran expresión de felicidad pude ver que le encantaba esta parte de Londres, ¿Y a quién no? Era realmente llamativo.
La famosa fuente de en medio estaba llena de turistas. El ángel Eros colocado en la punta, posaba para miles de cámaras con sus flashes y la juventud caminaba apresurada para dirigirse a los bares y luego dar una pasada a los boliches.
Por suerte, el sabor de la sangre no irrumpió en ese momento, y algo me decía que no lo iba a hacer en toda la noche.
Pensé que Jeobanee iba a volver a gritar y a ponerse a brincar como un mono, pero no, al encontrar sus ojos perdidos en mi rostro, me alarmé, ya que su mirada no era nada alentadora.
-¿Qué sucede?- Miré por en sima de mi hombro, tratando de disimular que sabía que algo andaba mal conmigo. Y si, todo comenzó con un simple vistazo hacia el este.
Él se encontraba parado en medio de la multitud, esperando el momento para acercarse a mí.
-No traes puesta la peluca- La voz de mi amiga se desvanecía cada vez más al poner toda mi atención sobre el hombre, quien con sus labios modulaba algo que a partir de ese momento me produjo escalofríos: Mi señora.
-¡Nayra! ¡La peluca!- Sacudí la cabeza y volví a mirar a Jeobanee.
-¿Qué?
-¡No traes puesta la peluca!- Acto seguido me tanteé la cabeza y abrí los ojos como dos platos. -¿Qué hacemos?- Yo por puro instinto giré la cabeza, otra vez, hacia donde estaba el hombre.
Sentía que la vida se me derrumbaba a los pies cuando oí su voz estallar sobre mi cabeza: “Su familia esta aquí” me dijo suspicaz y con un tono de amabilidad en el habla.
El corazón comenzó a latirme como un motor de locomotora, mi mirada se tornó pávida e intranquila al chocarse con la de mi madre, a la que podía sentirle los bombeos de sangre alrededor de su cuerpo tensado.
Unas lágrimas se derramaron por sus ojos verdes, formando una línea regular con los labios temblorosos.
-Jeobanee, ellos están aquí- Aparté la vista de Rose y miré al suelo.
Jeobanee echó un vistazo hacia donde yo estaba observando antes y largó un grito ahogado.
-¿Esa es tu madre?
-NAYRA- Gritó ella, absorbida por el dolor de su llanto.
Eché a correr lo más rápido que pude, junto con mi amiga. Sabía que mi mamá me estaba persiguiendo, y también sabía que no estaba sola, que mi padre se encontraba corriendo junto a ella, aturdido por encontrarme.
Jeobanee y yo giramos en una bocacalle hacia la derecha, adentrándonos en las cuadras de una avenida no muy concurrida.
-No… no creo que nos alcancen- Dijo la niña entre jadeos.
“Mi señora, quédese tranquila, yo mismo me encargaré de este asunto.” Las piernas me obligaron a andar hacia el sentido contrario. De nuevo había escuchado a ese tipo, y ese mensaje no era bueno.
-¿¡A dónde vas!?- Vociferó Jeobanee.
No le di importancia a su pregunta y partí hacia donde nos habíamos alejado.
Antes de llegar a la plaza de Piccadilly Circus escuché un chirrido fuerte de ruedas y unos suspiros de espanto.
Una multitud se amontonó en el medio de la calle, tocándose la frente y negando con la cabeza.
Los cuerpos de mis padres yacían muertos en la acera.
Mi amiga, quien me había alcanzado, posó una mano sobre mi hombro, tratando de consolarme.
No iba a salir diciendo que era mi culpa, porque yo bien sabía quien estaba detrás de esto.
Contuve las lágrimas mordiéndome el labio inferior. Ese imbécil los había asesinado. ¿Por qué? ¿Por qué mierda de razón tuvo que hacerlo?
Interrumpiendo mis pensamientos, Jeobanee me abrazó con todas sus fuerzas y fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba temblando y me sentía totalmente débil e indefensa.
Quería gritar y ahogarme en mi propio llanto.
-Lo siento tanto, Nayra- Dijo ella con un tono de voz quebrantado, haciendo que yo me aferre más a su abrazo. -¿Quieres ir a casa?- ¿Quería ir a casa? Si. ¿Debía correr hasta atrapar al tipo para insultarlo, pegarle y dedicarle el mismo destino que a mis padres? No. Todavía no.
Asentí en repuesta a la pregunta anteriormente hecha por Jeobanee y noté como salían dos finas líneas de agua por mis ojos.
Para llegar al metro tuvimos que pasar por todo el tumulto que se había producido junto a mis padres. En ese momento pensé que hasta yo estaba muerta, pero muerta literalmente, en serio.
Solamente quería estar junto a ellos.

Llegamos a la puerta rústica de madera. La niña la abrió, con las manos temblando, y entramos.
Pegué la espalda contra la pared y me deslicé hasta el suelo, colocando la cara entre mis manos y llorando. Llorando como nunca lo había hecho, desgarrando mi propia alma en sollozos y sin poder respirar un segundo.
Gemía del dolor que sentía en el pecho, sintiendo las caricias de consuelo por parte de Jeobanee, quien giró la cabeza para mirar hacia atrás.
-¿Qué sucedió?- Preguntó Rubra tajante. Por fin se había dignado a aparecer.
Jeobanee no respondió.
-¡Nena, dime!
-¿Qué sucede?- Perfecto, ahora se había sumado Nox.
-No me preguntes, llegué recién.
El pelirrojo se me acercó y colocó sus dedos en mi nuca.
-¿Nay?- Eso solamente provocó que llorara aún más. –Lanus, ¿Dónde esta Lanus?
-Lo llamaron de la casa Veniris Taurus para un anuncio. Dijo que volvería a las 20.30.
Avisó la morena aceleradamente. –Ahora son las ocho.
Lancé un suspiro, mezclado con jadeo y lágrimas.
-Nayra, dime-Traté de hablar, pero las palabras no salían de mi boca y yo aún seguía con el rostro tapado.
-Sus padres- Soltó Jeobanee. –Estaban en Piccadilly Circus, la vieron, comenzaron a perseguirnos y…- No pudo continuar.
-Los arrolló un coche- Levanté la cabeza para poder pronunciar bien las palabras, pero largué todo en un tono rajado y penoso.
Se me formó un nudo en el estómago que nada más sanaba con el llanto, así que no oculté mis sentimientos. ¿Por qué tendría que hacerlo? Ellos fueron, son y serán siendo mis padres, nada me iba a impedir que llore por su pérdida. ¡Estaban muertos!
Nox me tomó entre sus brazos y me besó la frente, mientras yo seguía dejando que las lágrimas corrieran libres por mis mejillas.
Jeobanee se sentó a mi lado, tomándome de la mano. Rubra imitó sus movimientos.
Intranquila, no paraba de pensar que él fue el que ocasionó el accidente, que él me había susurrado: “Mi señora, quédese tranquila, yo mismo me encargaré de este asunto.”
Mi señora, mi señora. ¡Estaba harta de esa palabra! ¿¡Que cosa había hecho yo para que él me tratara así!?
A la tarde se me aparecido en el bosque, renovado y…
Ay, por Dios. Yo lo había mordido porque quería atacar a mi amiga, y ahora él era un vampiro.
No. No. Eso no era imposible.
-¿Qué te sucede?- La pregunta de Nox fue tan repentina que me alarmé. Lo miré a los ojos, y me percaté de que estaba totalmente agitada. –Yo se que…
-Debo irme- Titubeé. –Es decir, q-quiero ir a despejarme un poco. Necesito estar sola- Si, necesitaba estar sola, para poder encontrar al tipo en el bosque. Sabía a la perfección que él se encontraba allí.
-Esta bien- El pelirrojo me apartó un mechón de pelo de la cara. –Prométeme que vas a estar bien, ¿Si?- Asentí.
Me paré, les dije a ellos que en un rato volvía y me dirigí al bosque.
-¡Se que estás aquí!- Grité por encima del viento que soplaba con total vehemencia. Los árboles se asomaban, varios metros, por arriba de mi cabeza y ya no había luz del sol que iluminara la zona.
Giré sobre mis talones al oír un crujido de hojas por detrás de mí.
-Mi señora…
-¡Ya cállate!- Caminé hacia el hombre con paso decidido, apretando la mandíbula y haciendo de mis manos dos puños. -¿¡Por qué!? ¿¡Por qué lo hiciste!?
-Mi señora, usted estaba en peligro y yo le pertenezco, mi obligación es protegerla cueste lo que cueste. Sus padres simulaban un peligro para usted.
-¿¡Y por eso tenías que asesinarlos!?
-¡Claro que si!
La ira me invadió por completo, ahora ya no pensaba, solamente actuaba. Actuaba sin que me importen las consecuencias.
A ese imbécil le propiné una buena paliza, dejándolo en el piso.
“¡No te atrevas a dañarlo más!” La voz de la mujer otra vez. Y de nuevo sus manos quemándome.
-Oh, mi señora, ¿Ha hecho enojar a nuestra ama?- Abrí los ojos con desesperación mientras sentía como el ardor iba cesando.
-¿Quién?
El tipo sonrió y lanzó una risita.
-Ya lo sabrá usted, con el tiempo- Fruncí el ceño. ¿Él había dicho que hice enojar a nuestra ama? La mujer que había visto en la pesadilla y la que me quemaba, ¿Esa era nuestra ama?
-No. Yo ya le pertenezco a un vampiro…- Volvió a reírse con soberbia.
-Mi señora, eso es lo que queremos que Lanus siga creyendo- Penetré con la mirada sus fríos ojos azules, sin poder pronunciar palabra alguna. –Me llamo Koslak- Koslak se dirigió a mí y me tomó de la mano. –Nayra Burningsoul estoy a su servicio.
Aparté mis dedos de su poder y lo miré con repugnancia.
-Mi apellido no es Burningsoul.
-Ahora si- Sonrió maliciosamente. –Adiós y hasta pronto, mi señora.
Él había desaparecido entre las sombras, dejándome sin habla.
El frívolo recuerdo de la muerte de mis padres provocó que la tristeza que sentía se volviera a encontrar conmigo.
Todo era una mezcla, parecía una receta en la que me sobraran ingredientes de sobra para preocuparme.
Suspiré, tratando de no desvelarme en el suelo, y me apoyé sobre el tronco de un árbol.
-¿Nayra?- Al oír el llamado de Lanus levanté la cabeza y fui corriendo a abrazarlo. Sentía… sentía esa necesidad paternal, ahora más que nunca.
-Ay nena, como lo siento- Murmuraba mientras producía unas leves caricias en mi nuca.
-¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Bueno, eres un tanto predecible- Reí por lo bajo, adentrándome más en su pecho, llorando aún más.
Él me tomó con fuerza en sus brazos y una leve brisa se alzó dentro de mi cuerpo, haciendo que mi ser respirara de alivio y conforte, fue como si me hubiera sanado las heridas que penetraban mi corazón.
-¿Estás mejor?
-Si- Dije con calma. –Estoy, estoy mejor- Me miró a los ojos y sonrió.
-Los vampiros también podemos curar los dolores internos, ¿Sabías?- Negué con la cabeza, Lanus sonrió –Vayamos a la casa. Tengo que hacer un anuncio.

-Bien- Lanus nos echó una mirada a Jeobanee, Rubra, Nox y a mí, quienes estábamos sentados alrededor de la mesa de la cocina. –La casa Veneris Taurus me ha informado de que el Amo Swann solicita vernos a todos los padres de cada clan
el viernes. Él no nos adelantó material sobre el cual vamos a discutir, pero supongo que no será nada alarmante- Hizo una pausa. –Segundo, Jeobanee, en el nuevo grupo de Veneris Taurus ha ingresado, hace ya unos meses, un joven que me agradó para ti. Tiene la edad de tu hermano Nox como apariencia- La mandíbula se le tensó cuando tocó el tema. Sus ojos marrones se oscurecieron y noté como apartó la vista de Jeobanee, inmediatamente.
La niña se levantó de la mesa a regañadientes y subió a su cuarto.
Automáticamente miré a Nox.
-Lanus, yo voy a ir a verla- Dijo el muchacho alzándose de su silla. –Ven, Nay, acompáñame- Tomó mi antebrazo y me llevó hacia la habitación de Jeobanee, en donde se podía escuchar su llanto.
Llamo tres veces a la puerta.
-¿Qué quieren?- Preguntó la niña con arrogancia.
-Jeo, soy yo- Dijo Nox con tono amable. -¿Me dejas pasar?- Se oyó un silencio sepulcral.
-Pasa- El pelirrojo entró sin hacer ningún ruido y se acostó al lado de su hermana, arropándola entre sus brazos. –Nox. Nox, él sabe que lo amo. ¿Por qué me hace esto?- ¿Perdón? -¡El me ama!
-Sabes que es lo mejor para los dos.
-¡No, no, no! ¡Lo mejor es que estemos juntos! ¿¡Que tiene eso de malo!?- Al presenciar el grito que largó ella cerré la puerta.
Jeobanee subió la mirada hacia donde estaba yo parada y revoleó los ojos.
-Si, Nayra, estoy enamorada de Lanus. Y al igual que tu atracción con Nox es correspondida por los dos- Sus labios temblaron. –Lo que no entiendo es que nosotros sí que debemos estar juntos de por vida, ¡Y él no quiere eso!- Hundió su rostro en la almohada y siguió llorando. -¿¡Por qué!?
-Linda, Lanus hace todo esto porque siempre te vio como una hija.
-No. Siempre quiso fingir que me veía como una hija, cuando un vampiro se enamora sabe perfectamente que esa es la persona a la que ama. No le caben dudas, ahora si lo quieres asimilar o no es tu propio problema.
-Jeobanee- Los dos se voltearon para mirarme. –Escucha, si los dos se aman, si él te ama, precisamente, y te pone otra pareja no interesa, ya que el que estés con otro hombre no significa de que tú dejes de amarlo y él deje de amarte. Solamente los dos seguirían sufriendo el uno por el otro. Eso sería algo realmente estúpido, ¿No lo crees?- Los ojos celestes se le iluminaron por completo, abriéndose como dos platos.
-¡Nayra, eres un genio!- Ella se sentó rápidamente en la cama. –A ver, ¿Dónde se vio que un amo de cualquier clan haya arreglado una pareja? ¡En ningún lado! ¿Y por qué? ¡Por qué esta prohibido, señores! Seguramente Lanus vio a ese muchacho y le pareció “adecuado” para mí, pero no habrá hablado con el padre del clan Veneris Taurus porque, obviamente, los vampiros tenemos que estar con nuestros amados y no con cualquiera- Tomó aire y sonrió ampliamente. Nox también se había quedado boquiabierto al igual que yo.
-¡Tienes razón, no me había percatado de ese gran detalle! ¿Qué vas a hacer ahora?
-Pues ir a hablar con Lanus- Se rió para sí. -¡No voy a lanzarme en sus brazos y decirle que tendríamos que ser una pareja! Pero voy proponerle seguir como antes: Él es mi papi protector y yo su hijita pequeña- Pestañó varias veces y lanzó una risita traviesa.
-Entonces, ¿Vas a ir ahora?- Siguió insistiendo Nox.
-No, mañana, hoy estoy muy cansada- El pelirrojo la despidió con un cálido beso en la mejilla y yo le dediqué una sonrisa. –Hasta mañana, chicos.
-Hasta mañana- Dijimos los dos al unísono y salimos al pasillo.
-¿No quieres dormir en mi cuarto?- Me susurró al oído el pelirrojo, abrazándome por la cintura.
-Si tú quieres…- Me di la vuelta para rodear su cuello con mis manos.
-Por supuesto que quiero, ¿Es que no siento deseo sexual por ti?
-¿Quieres hacer el amor?- Vaya mi pregunta.
-Si- Por un momento dejé de escuchar mis latidos. –Pero no hoy, con unos mimitos suaves me basta- Le di un beso corto en sus labios y me di la vuelta para ir a su habitación.
-Ah, y beber sangre directamente de humano, para mi, es como tomar viagra- Me detuve en medio del camino, perpleja. El chico vino y jugueteó con el lóbulo de mi oreja. –Eso va a ser en casi tres días.
Las piernas me flaquearon y sentí un cosquilleo que no provenía de mi estómago. -¡Me acordé! Tenemos que ir a tomar un vaso de sangre, ¿No te parece?- Todavía hipnotizada por sus caricias, traté de hablar.
-Claro, si. Perfecto.
-Tú quédate aquí, yo le traeré uno a Jeobanee, también- Asentí.
Okay, mientras el tipo bajaba por nuestra cena, yo me quedé todavía tonta e idiota por lo que me había hecho. ¡Mujer, nada más te besó el lóbulo! Si, si, nada más eso, pero que excitante fue. Y si en casi tres días su estimulado miembro se paraba yo no sabría en donde meterme; ¡No por el hecho de no querer hacerlo, yo si quería! Pero era virgen y ya saben que quizás sea mi primera vez y… Un segundo, en casi tres días era mi cumpleaños.
-Aquí tienes- Nox me tomó por sorpresa así que no pude disimular no exaltarme. El vaso relucía con la sangre frente a mí y no tarde más que segundos en acabármelo todo de una.
-Vaya, estabas sedienta- Él me sonrió y fue a dejarle su bebida a Jeobanee.
Tintineé las uñas en el cristal tenido de rojo y en menos de lo que esperaba el pelirrojo ya se encontraba frente a mí. – ¿Entramos?- Señaló la puerta de su cuarto, en la que yo estaba apoyada.
-Si.


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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Lun Oct 03, 2011 1:52 pm

Al adentrarme en su dormitorio me sentí invadida por ese perfume que lo caracterizaba a Nox. Era… no lo se, delicioso. A mi me encantaban las lociones en las que se bañaban los hombres, pero este aroma era inigualablemente seductor. ¿Tendría algo que ver con la atracción?
Sus besos me sacaron de los pensamientos y siguieron bajando de mi cuello, hasta mis hombros, acariciando con sus labios la cicatriz que había quedado de cuando Lanus me había mordido. Me estremecí por completo.
Me giré para mirarlo a los ojos y ver en ellos, aunque habíamos aclarado que hoy no íbamos a tener relaciones sexuales, una mirada traviesa y lujuriosa.
El chico me pasó la mano por debajo de la remera hasta terminar posicionado en mis omóplatos. El corazón se me aceleró por completo y tuve que suspirar para no quedarme sin aire. Acerqué mi rostro al suyo y le mordí el labio inferior, produciendo que él capturara mi boca en un apasionante beso.
Nox me llevó hacia la cama, que tenía más de dos almohadones, y me tumbó contra ella, posesionándose encima de mí.
Sonrió, dejando ver sus dientes y pegó su torso junto a mi pecho.
-Eres tan hermosa- Corrí uno de los mechones que tenía en su frente y le dí un pico.
Él bajó la cabeza hasta el comienzo de uno de mis senos y juro que pensé que iba a beber de mi sangre, pero no, solamente me dejó marcado un beso morado.
Me reí de lo mucho que me había gustado ese chupón.
-¿Vas a dormir con ropa?- Susurró Nox.
-No, es bastante incómodo. Solamente me voy a dejar la remera. ¡Y la ropa interior por su puesto! Excepto el corpiño, ¿Sabías que no le hace bien a la circulación dormir con él puesto?- El pelirrojo revoleó los ojos y carcajeó.
-Claro, tú sigue inventando excusas para dormir conmigo desnuda.
-¿Disculpa?
-Estamos en pleno invierno, ¿No quieres que te preste un suéter?- Dijo sarcástico. Chasqueé la lengua con los dientes.
-¡Que va! Tu cuerpo me calienta más que una estufa- Los dos nos echamos a reír estruendosamente.
-Okay, okay, entonces duermo nada más con los boxers, ¿Te parece?
-Me parece perfecto.
Me senté en la cama para quitarme los pantalones, zapatillas y corpiño y me acurruqué en las esponjosas almohadas, cubriéndome con el (bastante costoso se hacia ver) acolchado azul.
-Deja algo para mi, ¿Quieres?
-La cama es enorme Nox- Bien, quiero dejar bien en claro que cuando lo ví me sorprendí de que alguien con un abdomen tan bien armado como Nox pudiera estar conmigo. Es decir, ese tipo de cuerpo solo los veía en la televisión y en algún que otro sueño de adolescente loca que he tenido. ¿Pero estar con uno en vivo y en directo? No, no, nunca lo pensé, es más, lo había descartado para no ilusionarme con mi futuro marido.
-¿Y? Me gusta ocupar todo el espacio.
-¿Te olvidas de que ahora estas compartiéndolo?- Le di la espalda.
-¿Te olvidas de que puedo hacer esto?- Nox rodeó mi cintura con su brazo y me arrastró hacia atrás, pegando su pelvis junto a mi cola. –Buenas noches- Dijo besando mi mejilla y apagando la luz que provenía de la lámpara de noche.
-Buenas noches- Le susurré con calma.
Antes de hundirme en un profundo sueño, el accidente de hoy se cruzó por mi cabeza e hizo que se me erizara la piel, mas ya no me sentía tan triste y desconsolada como antes. Al contrario, algo en mí me estaba diciendo que mis padres se encontraban a salvo. Lanus había curado la herida que ese episodio había producido, para tranquilizarme y confiarme de que ellos ahora sabían que yo estaba bien.

La mujer permaneció parada frente a mí, mostrándome su cara de satisfacción.
-Has mordido a tu primer aliado- Rozó mi mentón con sus dedos y yo, atemorizada, cerré los ojos por miedo a sentir el ardor del fuego otra vez. Pero, en ese momento, no sucedió nada.
-Mi hijo ha estado siguiendo tu rastro desde que lo transformaste y espera más hermanos para poder guiarlos hacia ti.
Su brazo se inclinó hacia atrás y divisé a Koslak, parado al lado del trono de ella.
-Mi señora, cuantos más aliados consiga, más posibilidades hay de cumplir con el propósito de nuestra ama.

Me desperté con esa sensación molesta que uno siente en el estómago cuando esta nervioso.
Mis latidos eran acelerados y por un momento sentí náuseas.
El brazo de Nox me rodeaba la cintura y su mano estaba entrelazada junto a la mía, sonreí por un minuto pero luego recordé el sueño que había tenido.
Esta vez la mujer me había tocado y yo no había sentido absolutamente nada, ni siquiera un ardor minúsculo.
Koslak estaba allí, y ella me había pedido más… eh, ¿Aliados? ¿Qué mierda significaba eso? Sí, se lo que significan los aliados: Un conjunto de personas que se oponen al mismo enemigo.
¿Pero quién era el enemigo? ¿Y con que propósito había que enfrentarlo?
Me mordí el labio perturbada, rogándole a Dios que por favor Lanus supiera que hacer; aunque bien sabía que esto era una mala idea.
Me paré de la cama, sigilosamente para no despertar a Nox. Me coloqué los pantalones, el corpiño y salí de allí sin hacer ningún ruido.
El pasillo estaba en silencio, a pesar de que se oía la radio de la cocina. Mi amo estaba ya despierto, y que suerte, no quería ser una intrusa en su dormitorio.
A penas pegué el pie al primer peldaño de la escalera, sentí como una entidad invisible me golpeaba contra la pared, haciendo que el ruido retumbara en toda la casa.
“Llegas a hablar y las cosas para ti van a ir muy mal, hija mía.”
La voz de la mujer resonó en mi cabeza y pude percibir sus manos sujetándome con violencia el pecho, hasta que por fin me soltó, dejándome respirar.
Caí al suelo y Lanus ya estaba allí, sosteniéndome.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó preocupado. Yo asentí y traté de levantarme lo más normal posible, pero todo comenzó a dar vueltas por el movimiento brusco que había producido la caída.
-Si, no te preocupes.
-¿Qué haces levantada a estas horas?- Sentí otro golpe en el estómago. ¿Es que no le parecía suficiente con haberme dejado sin aire? ¡Ya había entendido!
-Quería ir al baño y perdí el balance en mis pies, eso fue todo- Él me analizó por unos instantes y sonrió.
-Okay, ve a seguir descansando, es temprano.
Me solté de los brazos de Lanus y entré al cuarto, en donde Nox todavía seguía durmiendo.
Sin pensarlo dos veces me coloqué enfrente al espejo y divisé el pequeño moretón que me había dejado la mujer dos días atrás. Por suerte mi pelo tapaba gran parte de esa lastimadura y hasta ahora nadie se dio cuenta de que la llevaba encima.
Bajé el escote de mi remera para lograr ver mi pecho, y como supuse, el moretón morado que llevaba de la otra vez se había dilatado más al haber ella colocado sus manos sobre él y apretado con fuerza.
Me subí la remera hasta los senos para observar mejor el golpe que me había propinado en el estómago.
Suspiré. En este momento deben pensar que soy una marioneta de la que se pueden aprovechar y yo no voy a decir nada. Pues se equivocan, quería hacer algo, pero si tratar de enfrentarla significaba sufrir… entonces todavía no estaba preparada para eso.
Volví a colocar la remera en su lugar y antes de acostarme nuevamente con Nox se me cruzó por la cabeza que era el momento indicado para preguntarle a Lanus sobre la obra de Loraine.
Salí del cuarto y bajé por las escaleras, sabiendo que mi amo (esta vez sentía orgullo de llamarlo así) estaría en la cocina.
-Sin sueño, eh- Afirmó él, bebiendo de su vaso con agua. -¿Por qué no tratas de dormir? En serio, te va a hacer mejor.
-Yo estoy bien- Dije. –Lo que necesito es un favor tuyo- El hombre abrió los ojos como dos platos y se paró.
-Bueno, dime- Me mordí el labio y respiré hondo.
-Necesito ir el viernes a una obra de teatro en la que va a actuar mi mejor amiga.
-¿Qué?
-Por favor…- Susurré.
-Nayra, eso es imposible, ¿Quieres que te descubra?
-¡Claro que no! Pero puedo ir con la peluca esa que tú tienes por ahí guardada- Me miró cautelosamente.
–Linda, entiendo que quieras ver a alguien familiar luego de la muerte de tus padres…
-¿Es que no entiendes?- Le interrumpí. –Tus poderes sanaron el dolor que sentía por la pérdida de ellos, ahora se que están bien, pero necesito ir a verla. Se lo prometí antes de que me transformaras. Por favor, Lanus.
-¿No te parece que no te vas a poder contener?
-Tu me vas a enseñar el jueves a como contenerme, ¿No lo recuerdas? A parte, ayer estaba rodeada de humanos y no sentí nada, creo que estoy aprendiendo por mi misma a como dominarme ante la sangre del hombre.
-No lo se Nayra, los vampiros aprendices son raros. Un día pueden estar normales ante la sangre y al otro estallan de necesidad. Y es por eso que tengo que enseñarte a controlarte.
-Enséñame, pero hazlo ya, porque yo voy a ir a ver a Loraine- Él se pasó la mano por la barbilla. –Acéptalo, es mejor idea entrenarme hoy que el jueves, cuando voy a estar tan hambrienta que mis oídos van a ser sordos ante tus advertencias y me voy a dirigir a la presa sin importarme nada- Hasta yo misma me había sorprendido del tono en el que había hablado, fue autoritario y también sentí temor. Temor de mi misma.
Lanus estaba moviendo la mandíbula, nervioso.
-Okay, cuando sea una hora en la que los humanos se acostumbren a ir a la plaza…- Señaló el reloj que marcaba las 6:00. –…te llevaré a entrenar- Asentí.
-Espera. ¿Y que hay de lo de Loraine?
-Vamos a ver como te preparas hoy.
-Lanus, el jueves es mi cumpleaños- No se que fibra sensible habré tocado en él pero vi un destello especial en sus ojos.
-Vamos a ver como te preparas hoy- Repitió. Suspiré indignada.
-Okay, entonces, ¿No te interesaría contarme lo que sucede entre tú y Jeobanee?- Rió y meneó la cabeza.
-Pensé que ella ya se había encargado de decírtelo.
-Siempre es bueno escuchar las dos historias.
-No es de tu incumbencia.
-Entonces la atracción que tengo con Nox tampoco tendría que importarte, pero lo hace- Me miró desafiante.
-¿Te piensas que me interesa? Es algo normal entre los vampiros, como estar enamorado. La única versión que hay entre la relación que tenemos ella y yo es la que te contó anteriormente. Después de eso no hay nada más- Levanté las cejas.
-Vaya, eres más cobarde de lo que me temía.
-¿Qué quieres decir?
-No admitir que sientes algo por Jeobanee solo porque es tu “hija” es una actitud bastante pávida. ¿Qué tiene de malo estar con ella?- Él se acercó a mí, hablando entre dientes.
-Mira, Nayra, se que quizás tienes en la cabeza que para el amor no hay edad. ¿No?- Asentí. –A mi me importa un carajo que Jeobanee tenga cincuenta años y yo casi mil, pero lo que no puedo asimilar es que tenga el cuerpo de una chica de trece años- Lo miré desconcertada.
-Eres un vampiro. ¿Qué importancia tiene eso ahora?- Sabía que lo había callado y que seguramente, como todo hombre, iba a cambiar de tema, y lo hizo.
-¿Tienes idea de lo que les sucede a los afectados por la ruptura de una atracción?
-¿Por qué cambias de tema?
-¿Tienes idea?
-Quedan condenados por siempre a estar solos. ¿Y?- Se encogió de hombros.
-Supongo que Nox no te mencionó que el condenado no va a querer estar con nadie más.
-No, él no lo dijo. ¿Eso es porque sigue sintiendo algo por la persona de la atracción?
-No, a esa persona la va a ver como un amigo. Lo que pasa es que el cuerpo automáticamente crea una barrera que prohíbe que el condenado se sienta atraído por otro hombre o mujer
-¿Por qué me cuentas esto?
-Porque Nox ya lo sabe- Abrí la boca para decir algo pero me interrumpió. –Vuelve a la cama, son las seis de la mañana y tienes que estar bien dormida para el entrenamiento de hoy.
-¿Contenerse por la sangre es una tarea difícil?
-No la primera vez- Asentí. –Ve a dormir- Bueno, a decir verdad mis párpados estaban empezando a caerse y no me iba a poner a discutir con Lanus por una razón tan tonta. Le dediqué un “Adiós” y subí las escaleras, para luego encerrarme, otra vez, en el cuarto de Nox.
-¿Dónde estabas?- La pregunta me alarmó tanto que no evité mirarlo con asombro.
-Tuve un mal sueño y fui abajo- Él clavó sus ojos intrigados en mí.
-Okay.

-Bien, Nayra, esto es sencillo- Recitaba una y otra vez Lanus a medida que nos acercábamos a la plaza de Forestlanck, una localidad que quedaba a cincuenta kilómetros de donde nos encontrábamos. –Vamos a ir como dos simples humanos a caminar por allí y en el momento que necesites beber sangre me llevas a un costado. Procura de que sea con discreción, por favor- Alzó una ceja, me tomó del brazo y nos adentramos entre el camino de árboles que había por allí.
El sol se encontraba tapado por las nubes pero eso no impedía que sintiera una picazón en todo mi cuerpo. Eran las once de la mañana y esa maldita bola de fuego se encontraba al tope de su calor.
Unos ancianos se encontraban sentados en la banca más próxima a mí, pero por alguna extraña razón, y no quiero ser grotesca, su sangre no me agradó.
Chasqueé la lengua con el paladar para llamar la atención de Lanus.
-¿Qué sucede?
-¿Es normal que la sangre de los viejos no me tiente en absoluto?- Traté de hablar lo más bajo posible.
-Si, eso es porque a partir de los sesenta y cinco años, los humanos empiezan a estar más próximos a la muerte y el líquido rojo ya ha cumplido un rol bastante importante que tiende a desagradarte- Asentí. -Acuérdate de jalarme cuando sientas la necesidad- Y en ese instante pasó. Una mujer de aproximadamente treinta años rozó accidentalmente su piel contra la mía y percibí el excitante aroma de la sangre fluir por todo mi cuerpo. Noté que la mandíbula se me tensaba al pensar en ello y las pupilas de mis ahora ojos rojos ya se deberían estar dilatando. Tiré de mi amo hacia un lugar totalmente inexplorado y él colocó sus manos en mis hombros. –Cierra los ojos- Controlando mis impulsos hice lo que me pidió. –Ahora, haga lo que haga no te sueltes de mí- No dio tiempo a que asimilara la consigna y colocó sus labios junto a los míos, besándome. Quería escapar por el hecho de que Lanus me estaba besando, pero sus labios se llevaban mi sed y dentro de todo el beso no se sentía como un beso, si no como si te colocaran algo sólido y frío en la boca y tú solamente tuvieras que quedarte quieta y esperar a que el suceso termine.
Abrí los ojos una vez que él se despegó de mí y noté como forzaba la cabeza hacia abajo, su cuerpo estaba totalmente compungido.
-¿Te encuentras bien?- Luego de segundos que parecieron eternos levantó la vista y me sonrió.
-Si.
-Lanus, yo esperaba que fuera algo totalmente diferente. Pensé que me ibas a decir que respirara hondo y que no tratara de pensar en ello y que luego tendría que actuar como lo hiciste recién… ¿Pero un beso? ¿A caso no tengo yo que aprender a controlarme?
-Exacto, pero si no te “besaba”- Marcó las comillas. –Nunca ibas a poder controlarte. Es otras de las instancias que se pasa al ser un aprendiz- Ag, eso significa que tuvo que besar a Nox... ¡Que asco! ¡Ya me imaginaba al pobre chico pensando que su amo era un loco psicópata gay! –Pero Nayra, cuando vuelvas a encontrarte con toda esa gente ponte firme y ahora si que trata de no pensar en la sangre. Ya no hay cuenta atrás, cada vez que veas que necesitas beber si o si tendrás que controlarte. El beso se da una sola vez.
Pasamos otra vez por el camino de árboles. Esta vez los humanos eran más y cada uno estaba haciendo cosas diferentes. Los sentidos se me agudizaron al olfatear la sangre proveniente de sus venas y traté de controlarme. La mandíbula me dolía y cada vez era más el esfuerzo que hacía para no mostrar mis ojos rojos.
Respiré hondo, intimando a pensar en cualquier otra cosa, lo que sea… “Necesitamos más aliados” Levanté la cabeza automáticamente al sentir la voz de la mujer. Percibía como mi respiración era agitada y mi sed se agrandaba cada vez más, pero al darme cuenta de donde estaba fue como si nada de eso hubiera pasado.
-¡Bien hecho Nayra!- Lanus me dio unos golpecitos en la espalda cuando estuvimos fuera de la plaza.

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Valeska: Exordium (Calixta Stark) Empty Re: Valeska: Exordium (Calixta Stark)

Mensaje por Calixta Stark Jue Oct 13, 2011 6:01 pm


Capitulo 4:

Vampiro Caligo



No había podido dormir en toda la noche, la rara sensación que uno experimenta cuando esta cansado no apareció y yo seguía dando vueltas en mi cama.
Desde que Lanus me enseñó a dominarme por la sangre no había pasado nada interesante. Las charlas con Jeobanee sobre su romance con nuestro amo fueron casi nulas y mi relación con Nox seguía intacta. Rubra no me dirigió ni una sola palabra, solamente las necesarias: Buenos días, buenas noches.
Pero también debo aclarar que yo no era a la única que trataba así, ya que el pelirrojo tuvo la oportunidad de decirme que Rubra no era una persona demasiado sociable, y que siempre se mostraba simpática el primer día, quizás también el segundo, mas hasta allí llegaba.
Estaba nerviosa, muy nerviosa; hoy íbamos a salir todos juntos de caza, eso significaba que tendría que morder a alguien, ¿Verdad? Sí. Eso no era lo que me preocupaba, porque a fin de cuentas, ya lo había hecho. El problema es que la persona que me brindó su sangre era Koslak, y él ahora era un vampiro. Tenía miedo, porque sabía que si mordía a quien fuera ese humano se convertiría en alguien como yo, y eso no era normal. Los vampiros comunes no podemos transformar, y se muy bien que solamente todo hombre o mujer que esté destinado a ser un vampiro va a entrar a la casa Designo y allí es donde el amo del clan al que pertenece cada Casa va a transformarlo. Es sencillo y concreto. ¿Por qué yo tenía que ser distinta?
Necesitaba contárselo a alguien, pero ya sabemos que es lo que sucede cuando trato de abrir la boca.
-¿Nayra?- La voz de Jeobanee interrumpió mis pensamientos.
-Pasa- Ella abrió la puerta tan despacio que parecía que tenía miedo de romperla. Me sonrió con timidez y se acercó hacia mí. –Feliz cumpleaños- Le devolví la sonrisa con gran ímpetu y salté a abrazarla.
-Gracias- Musité alegremente. –Pero no tenías que haberte levantado a estas horas solo para decirme feliz cumpleaños.
-Bueno, es que en realidad no podía dormir. Y entonces pensé que, quizás, si estabas dormida me podría quedar contigo hasta que despertaras, y ser la primera que te saludara… y debo admitir que cuando contestaste mi llamado me quede atónita. Colocó una de sus pequeñas manos sobre mi rostro y me dejó perpleja al ver reflejada en sus ojos a una mujer, una mujer mayor, una madre.
Le sonreí.
-Ya fuiste la primera- Me volvió a abrazar y luego me soltó para reírse.
-Sabes, tengo un regalo para ti.
-¿A si?- Ella asintió.
-Pero quiero dártelo fuera de la casa, si no te molesta.
-Claro que no.
Jeobanee se dirigió hacia la ventana y la abrió con cautela, para luego saltar hacia el exterior, sin hacer ningún escándalo. Yo imité sus pasos, y en menos de diez segundos, ya me encontraba junto a ella.
-¿Estas lista para correr hacia el bosque?
-¿Por qué quieres darme mi regalo en el bosque?- Se encogió de hombros.
-Supongo que es para dejarte con la intriga por más tiempo- Lancé una risita y negué con la cabeza.
-Si y lo estas logrando, si hay algo que no tolero es que me tarden en dar regalos.
-Vaya eres un poco interesada- Dijo arqueando las cejas. Le dediqué un revoleo de ojos.
-Si y no lo menciones más.
-Perfecto, vayamos corriendo que hasta yo ya me estoy impacientando- Las dos empezamos a correr a una velocidad inigualable y cuando por fin divisamos que estábamos en la mitad del camino nos detuvimos.
La niña sacó un sobrecito de esos que son para envolver regalos y me lo entregó.
-No es la gran cosa, pero lo ví en una feria y me recordó mucho a ti- Levanté mis labios hasta formar una sonrisa.
-Puedo ser interesada, pero cualquier cosa que venga de alguien al que quiero mucho me encanta- Reí.
-¿Hasta una cucaracha en una cajita?- Hice una mueca de asco al acordarme de lo horrendos que son esos insectos.
-Tampoco exageres, amiga- Carcajeó con ímpetu.
-¡Diu! ¿Te imaginas si alguien te hace ese regalo?
-¡Creo que me podría quedar un año traumada!- Nos reímos a la par.
-Okay, okay, abre lo que te dí- Elevé la solapa del sobre, tantee con los dedos, dentro de él, y saqué un hermoso colgante con una piedra redonda de Amatista, rodeada por unos alambres de metal.
-¡Es bellísimo, Jeobanee! ¡Me encanta, en serio!- Le di un beso en la mejilla. -¡Gracias!
-Me alegro que te haya gustado- Sonrió, achinando los ojos.
-Igual no tendrías que haberme dado nada, con toda la ropa que me compraste antes era suficiente.
-Supuse que me ibas a decir eso, pero la verdad es que me gustaba mucho para ti. ¿Sabes que la Amatista abre los canales de los sentimientos?
-¿En serio?
-Si. Procura siempre llevarla puesta, porque si te la sacas tus sentimientos podrán enloquecerse un poco- Asentí.
-Esta bien, pero ¿Cómo sabes eso?
-Es lo que dicen la mayoría de las brujas, y supongo que en los tiempos remotos también lo habrán dicho.
-¿Es lo que dicen la mayoría de las brujas?- Repetí la primera frase que ella había formulado. -¿No era que a ellas ya las habían asesinado? ¿Igual que los hombres lobo?
-Si, si, todos ellos se fueron totalmente. Pero las brujas, al ser seres humanos, pueden volver a nacer en otro cuerpo.
-Entonces siguen existiendo.
-No exactamente. Cuando reencarnan en otra persona pasan a olvidar automáticamente lo que vivieron en su vida pasada. Pero sus poderes siguen, y esa persona va a experimentarlos, mas no va a ser tan poderosa como lo era antes; solamente tienen una buena intuición, sueñan sucesos que les van a suceder y pueden llegar a leer el futuro a través de las cartas del Tarot, la Quiromancia y la tirada de las Ruinas Antiguas.
-Vaya, ¿Tú crees en eso?
-¿En que pueden reencarnar?
-No, no, eso de por si yo me lo creo, pero lo del Tarot y demás. ¿Crees que te adivinan el futuro?
-Por supuesto- Exclamó con énfasis. –Una vez una bruja me tiró las cartas…
-¿Sabía que eras un vampiro?- La interrumpí.
-No, Nayra, vuelvo a repetirte que no recuerdan absolutamente nada de su anterior vida, por suerte.
-Dices eso porque si en verdad recordaran algo eso sería una amenaza para los vampiros, ¿Verdad?
-Exacto. Sobre todo porque las brujas eran sabias, y ellas sabían que nosotros íbamos a vivir- Quise sonreír de soslayo, pero mi acción fue interrumpida por una mano que se deslizó a través de mi cintura. Pegué un grito exasperante y en segundos ya me encontraba silenciada por los labios de Nox.
Mi cuerpo se pegó al suyo como si fuera un imán y debo aclarar que no veía la hora de que me hiciera el amor.
Jeobanee se aclaró la garganta, interrumpiendo nuestro beso y haciendo que nos giremos para mirarla.
-Nox, son veinte libras, tú me los prometiste- Enarcó una ceja y le extendió la mano a modo de reclamo.
-¿Veinte libras?- Pregunté en forma de juego.
-Si, quería que ella te trajera aquí para darte un beso de sorpresa. Ya que si te lo daba en casa ibas a despertar a Lanus y la antisocial de Rubra- Reí y me acerqué a su mentón para besarlo tiernamente.
-Eres un tonto- Balbucee con cariño.
-¡Si! ¿Mi dinero?- El pelirrojo revoleó los ojos y empezó a rebuscar en el bolsillo de su chaqueta.
-Aquí tienes, Lela- Le arrojó un billete de no se que valor y ella se volvió roja de ira.
-¿¡Cinco libras!?
-Más tarde te doy los otros quince, ¡No seas tan pesada, mujer!- Negué con la cabeza evitando reír.
-La verdad son dos bobos. No tenían porqué haberme traído al bosque para darme el regalo y un beso.
-Que desconsiderada que eres, Nayra- Susurró en modo de burla la niña.
-Además, ya te expliqué porque razones estas aquí. Ahora volvamos que tengo que darte el regalo más hermoso que alguien te pudo haber dado jamás.
-¿Sexo?- Habló Jeobanee con acento sensual.
-Eso se lo voy a brindar cuando volvamos de cazar, y te recomiendo que te pongas algodón en los oídos para no escuchar las barbaridades que seguramente esta chica va a gritar- Le pegué con todas mis fuerzas en el brazo, provocando que chillara como una nena.
-¡No soy como tus putas, Nox!
-Que lástima, porque eran maravillosas- Lo miré resignada y con una gran cara de culo.
-Mejor olvídate de que esta noche tu amiguito se ponga feliz- Me di media vuelta y comencé a caminar lentamente, esperando que él cayera en mi enojo y me suplicara que volviera… y eso hizo.
-¡Nayra, vuelve aquí!- Corrió hacia mí para abrazarme por la espalda. –Era broma.
-Ya lo se, tonto. ¿Te piensas que me puedo ofender por eso?
-Si… si, algo- Puse los ojos en blanco. –Okay, creo que estoy metiendo aún más la pata, así que ¿Por qué no vamos hacia mi cuarto? Allí tengo tu regalo.

Nox sacó una caja gigante de debajo de su cama, la colocó sobre esta y me dijo que la abriera.
-¿No puedes ser caballero y abrirla tú?- Susurró enfadada Jeobanee.
Haciendo caso omiso del comentario de la niña destapé la caja y me encontré con algo que parecía un corsé negro. Lo tomé entre mis manos y pude ver como se desplegaba un vestido que parecía del siglo XVIII, la pollera era acampanada, de ceda negra, con un tul de encaje violeta oscuro, el corsé, con algún que otro garabato que resaltaba, contenía las cintas entrecruzadas (también púrpuras) por encima del pecho. Era totalmente hermoso. Y creo que Nox no debió preguntarme si me gustaba, porque mi expresión lo decía todo.
-¿Cómo lo conseguiste?- Fue lo único que susurré.
-Lo compré en el centro- Me abrazó por la cintura, besando mi cuello.
-¿Se debe a lo que estoy pensando?- Acotó Jeobanee, que también estaba atontada por el vestido.
-¿En que estas pensando?- Pregunté.
-En esto- Tomó algo que estaba en la caja y que yo no había visto, eran dos entradas para un baile.
-Un baile- Afirmé. Leí mejor lo que decía el papel. –Están cordialmente invitados al Baile Real que se realizará el 20 de Enero del 2011 en el Park International Hotel, situado en el elegante barrio de Kensington- Hice una pausa. –Menores de veintiún años no se dejarán entrar sin la compañía de un adulto- Elevé las cejas y miré a Nox a los ojos.
-Nos acompaña Lanus… Jeobanee, él quería decírtelo, pero bueno, te lo diré yo: Quiere que seas su compañera- Se encogió de hombros y asintió. Sabía que a pesar de esos gestos se estaba muriendo por dentro.
-Nunca había oído hablar de esos bailes que se hacían- Dije.
-Te ambientan el lugar como si estuvieras en el siglo XVIII y bueno, bailas.
-Si entendí. ¿Te piensas que me imaginé a la reina sentada en su trono, viéndonos bailar?
-Claro, dudo de tu inteligencia- Le pegué en el hombro y me solté de sus brazos.
-Deja de decir idioteces. Ah, y gracias por el vestido, es realmente hermoso.
-De nada- Sonrió maliciosamente. –Trata de no engordar, porque si no ya sabes que no vas a poder ponértelo.
-¡Cállate, Nox!- Me guiñó un ojo.
-¿Y que hay de Rubra?- Agregó Jeobanee.
-¿Qué hay de que?
-¿La invitaron al baile?
-Claro, Lanus le dijo si no quería ir y ella le contestó con un “No” más seco que tu cerebro. No es mi culpa que sea una inadaptada social. ¡Mujer, tienes cinto y pico de años, compórtate!
-Nox, no se si es el horario, pero si sigues insultándonos te juro que te muerdo hasta sacarte toda la sangre de tu maldito cuerpo. ¡Hombre, tienes trecientos y pico de años, compórtate!- Repetí las mismas palabras que él había dicho antes.
-Primero, no dije nada malo, dije la verdad sobre Rubra…
-No- Lo interrumpí. –Lo de Rubra es aceptable, pero por más que estés de broma hoy te sobrepasaste- Me miró extrañado.
-¿Estas bien? ¿Te esta por venir?- Me encogí de hombros.
-Puede ser.
-Quédate tranquila, Nayra, él siempre es así conmigo.
-Okay, que vaya cambiando los hábitos- Lo miré de reojo.
-¿Te gusto el vestido?- Los tres nos exaltamos al escuchar la voz de Lanus.
Antes de que pudiera responderle a su pregunta, hablé hacia todos.
-¿Es que se pusieron de acuerdo para levantarse en el mismo horario?
-Nox y yo ya lo teníamos planeado. En realidad o era para este horario, pero ya te dije, estabas despierta y no podía aguantar más.
-Yo escuché que estaban despiertos y vine a saludarte. Si quieres me voy y sigo durmiendo, necesitamos tener fuerzas para hoy, en especial tú Nayra.
-Si, lo se- Susurré. Él me sonrió y vino a darme un abrazo.
-Feliz cumpleaños- Le devolví el afecto con alegría. –Ahora, todos a dormir.
-Yo me quedo con Nayra- Jeobanee y Lanus intercambiaron una mirada y rápidamente se fueron del cuarto. –Mal pensados- Musitó el pelirrojo.

Abrí los ojos tan repentinamente que no me di cuenta del tiempo que había pasado. ¿Minutos? ¿Horas? Realmente no importaba. Mire hacia la ventana y todavía no era de día. ¿Cómo era eso posible? Volteé para mirar a Nox, seguramente debería estar por el décimo sueño o algo parecido.
Él no estaba.
Todo empezó a temblar, el suelo cada vez se movía con más ímpetu pero los muebles de mi habitación seguían intactos. Parpadeé por un segundo y aparecí en el bosque. Sentía el césped debajo de mis pies descalzos y comenzaba a tener frío, más frío de lo que en verdad hacía. Los árboles se tornaron blancos como la nieve y del cielo comenzaron a caer las últimas hojas del otoño, que hacía varias semanas había terminado.
-¿No vas a desearme feliz cumpleaños?- Ella se apareció enfrente de mí. Tan tétrica como siempre, dejando caer su magnífico pelo negro sobre sus hombros.
-¿Por qué tendría que hacerlo?

Me desperté todavía sintiendo el césped por debajo de mis dedos. ¿Es que ahora mis sueños se basaban en esa mujer? Traté de olvidarla, más tarde tendría tiempo para pensar en ello.
Me acurruqué en el pecho de Nox, pero antes me fije en la hora: 11.30. Bien, por lo menos había descansado un poco.
Suspiré. “Feliz cumpleaños” Pensé, y de la nada comenzó a sonar la música de llamada de mi celular. Salté de la cama y comencé a buscarlo. A buscarlo por el armario, allí era donde se oía. Revolví toda la ropa hasta encontrarme con que estaba en el bolsillo trasero de mi jean, el mismo que llevaba puesto cuando entré a la casa Designo. Tomé el celular en mis manos y miré quien estaba llamando.
Al ver su nombre casi me desmayo de la angustia: Era Loraine.
Quería atender, les juro que por todo lo que amaba en este mundo quería escuchar su voz, pero no, no podía. Dejé que el ringtone siguiera sonando y cuando por fin paró un mensaje me había llegado, indicando que tenía un mensaje de voz.
Con el corazón en la boca lo escuché:
-Feliz cumpleaños, Nayra. No sabes cuanto te necesito, eras la única persona que me ayudaba a distraerme de la realidad y ahora ya no estás. Estoy haciendo hasta lo imposible para encontrarte, y lo voy a lograr, cueste lo que cueste. Yo se que no estás muerta. ¿Te acuerdas cuando éramos chicas y sentíamos lo que la otra sentía? Bueno, es por eso que pienso que todavía estas viva, porque siento que tu corazón sigue latiendo. Por favor, no te pido que me respondas, pero si que escuches esto. Te adoro.
Sabía que había contenido las ganas de llorar, y yo también traté de contenerlas, mañana iba a verla (supongo), y si ella decía que siente que estoy viva, seguramente va a sentir que estoy allí con ella.
Apagué el celular y volví a acostarme, abrazándome de Nox.
-¿Esta todo en orden?- Levanté la vista, exaltada.
-Era Loraine…
-Si, escuché lo que te dijo- Besé su pecho, mientras él acariciaba mi cabello.
-¿Sigue en pié ir a verla mañana?
-Claro, a parte creo que convencí a Lanus.
-Perfecto, si hacemos las cosas con su aprobación me siento mucho mejor.
-¿Perdona? ¿Ahora eres el chico respetuoso?
-¡Siempre fui respetuoso! Lo que sucede es que tú eres una rebelde sin causa- Comenzó a hacerme cosquillas. -¿No hacemos una pareja perfecta?- Se posicionó encima mío y me besó.
-Si, trata de no arruinarlo- Reí.
-¿Yo?
-Si, tú.
-¿Por qué lo arruinaría?- Me encogí de hombros.
-Porque eres hombre.
-¡Oh! ¡Feminista!- Asentí feliz.
-Y con orgullo- En ese instante me acordé de algo que él había echo. –Nox, ayer cuando estábamos… bueno, en esta misma situación.
-Si.
-Me diste un chupón aquí- Señalé mi cuello.
-Exacto, ¿Te molestó?
-No, no, para nada- Me sonrojé. -¿Por qué no me mordiste?- Abrió los ojos como dos platos.
-¿Es que no lo sabías?
-¿Saber que?
-Los vampiros no bebemos sangre de otros vampiros, esta prohibido.
-¿Por qué?- Dije asombrada. Hasta donde yo sabía eso era algo totalmente lujurioso.
-Porque es como sacarle el alimento. Imagínate si un humano le sacara a otro humano la comida que lleva dentro de su estómago, sería fatal, el hombre se quedaría sin fuerzas- Hizo una pausa. –Aunque es demasiado excitante.
-¿Probaste alguna vez?
-No, pero los rumores lo confirman.
“Feliz cumpleaños, mi señora” Temblé al escuchar ese susurro dentro de mi cabeza. “¿Por qué siempre interrumpes los buenos momentos?” Carcajeó lleno de soberbia. “Hoy me va a entregar a otro hermano, otro de sus aliados” Me alarmé.
“Si soy tu señora, entonces te ordeno que me expliques lo que esta pasando, Koslak.” “Quédese tranquila, mi señora, que falta muy poco para que se entere.”
-Nayra, ¿Estas bien?- Nox me tomó de la mano, sacándome de la conversación con Koslak. Le sonreí, tratando de parecer calmada.
-Si, si- Él me devolvió la sonrisa y besó mi boca.
-¿Quieres bajar? Seguramente ya todos estarán despiertos- Asentí y me paré para tomar la ropa que iba a ponerme: un jean con una remera negra y un sweater rojo, ajustado al cuerpo.
Una vez que me cambié me di cuenta de que había ido al bosque en pijama, vaya, si que me faltaban jugadores en la cancha.
Nox y yo nos apresuramos en bajar las escaleras y mientras lo hacíamos la voz de Rubra captó nuestra atención.
-¿Entonces mañana tienes que ir a la Mansión Veneris?
-Si. Ya les dije que no se de que nos quiere informar el amo Swann, pero no creo que sea nada serio
-¿Tú lo crees así? ¿O lo dices para tranquilizarnos?- Lanus, al percatarse de que estábamos escuchando vino hacia nosotros aplaudiendo.
-¡Al fin se levantan!
-Oye no te quejes, que con todo esto del regalo de Nayra tuvimos que madrugar-
-Yo no escuche nada- Acotó seriamente Rubra. -¿Es tu cumpleaños, Nayra?
-Si.
-Que bien, feliz cumpleaños- Levanté las cejas por su hipócrita expresión.
-Está bien, no hace falta que finjas que te importo poco- Ella se encogió de hombros. Bueno, por lo menos ya estaba empezando a conocerla mejor: Falsa y solitaria. Que perfecta combinación para una psicópata.
Nox y Lanus intercambiaron una mirada de reojo.
-Okay, estaba a punto de decirte, mi pequeña aprendiz, que te dejo ir a ver a Loraine.
-¿Enserio?- Notaba como se me iluminaban los ojos.
-Claro. Si cumples dos condiciones: Primero: ve de incógnito, si te puedes disfrazar de payaso, mejor.
-Lo se, no pienso permitir que nadie me descubra. ¿Es que me crees tonta?
-No, no, para nada. Bien, segundo: Nox va contigo
-Perfecto. ¿Algo más?
-Si puedes no acercarte a tu amiga…
-¡Ay, Lanus! ¿Me ves cara de idiota?
-No… pero la tentación la vas a tener.
-Yo la voy a controlar.
-Perfecto.


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Mensaje por Calixta Stark Lun Oct 17, 2011 12:29 pm

Tenía acorralada a mi presa. Podía sentir el miedo correr por sus venas, y a pesar de que cada latido de su corazón aumentaba mi hambre y no me hacía pensar más que en la sangre, sentía lástima por él.
Me acerqué más a su cuerpo, tratando de no sonar tan amenazadora, pero no lo logré, el chico cerró sus ojos color celeste y se hizo un ovillo en el suelo.
-Por favor… por favor…- Hice oídos sordos, me acuclillé a su lado y lo mordí.
Después de todo no iba a morir por completo.
Luego de beber el cálido líquido rojo levanté la cabeza y miré detrás de mí. No había nadie, excepto Jeobanee, quien me sonreía de soslayo.
-Yo tuve una escena igual en mi prima caza- Me tendió un pañuelo para que me limpiara la gota de sangre que tenía en mi labio. Negué con la cabeza y relamí mi boca.
-¿Lo viste todo?
-Si, bueno, no fue mi intención- Suspiró. –Supongo que con el tiempo te acostumbras, es nuestro instinto.
Me levanté a regañadientes y observé como la niña sacaba una navaja del bolsillo de su chaqueta y le rebanaba el cuello al cuerpo moribundo que yacía en el suelo.
Me esforcé para no gritar.
-¿Por qué lo hiciste?
-Para que no haya evidencias.
El estómago me dio un vuelco y tuve ganas de vomitar.
Oímos unos pasos y nos dimos vuelta. Nox y Rubra estaban parados detrás de nosotras.
-Vamos, ¿Cuánto tiempo piensan quedarse aquí?- Musitó la morena con soberbia.
-¿Puedes calmarte? Es su primera vez que caza…
-Eso es mentira. Ya lo hizo antes- Revoleé los ojos, obviando el comentario. –Lanus nos espera en la esquina. ¿Pueden apresurarse?- La niña limpió el cuchillo ensangrentado con el pañuelo de lana y se lo guardó de vuelta en la chaqueta.

La luna llena yacía sobre el cielo, iluminando el patio trasero de la casa y el camino hacia el bosque, que tomaba un tono más oscuro cada vez que se iba adentrando en él.
Lanus estaba agarrando unas ramas del suelo, y colocándolas cuidadosamente en el medio del lugar.
-La fogata luego de la cacería ¿Lo recuerdas?- Nox apareció en el umbral de la puerta de mi cuarto, apoyado contra este.
-Si.
-Si no quieres ir…
-Tengo que ir- Pero la verdad era que no quería. Técnicamente se lo que me va a suceder si asisto y la verdad no es algo que pretendo que ellos vieran, pero ya habían hecho demasiadas cosas por mí.
-Pero…
-Nox, ya está, dije que si.
-Bien, entonces vamos.
Caminé hacia el pasillo, con los nervios carcomiéndome el estómago. Retorcía el costado de mi sweater a causa del vigor. Nox me tomó de la cintura, tratando de darme ánimos. Pero lo único que logró fue que me sintiera más incómoda.
-No te veo de buen humor- Le sonreí con ánimos, o queriendo parecer que tenía ánimos, pero fue en vano.
-Estoy de…
-Por lo menos trata de fingir, sabes- Dijo tosco.
-Es lo que voy a hacer- Solté de manera tajante. Odiaba, como casi todos en el mundo, que me trataran para la mierda cuando yo ya me sentía así. Era una de las muchas discusiones que tenía con mis padres.
Juro que pude ver el enojo en los ojos de Nox, pero antes de que pudiera decir nada, Jeobanee se encontraba enfrente de nosotros, con la mirada perdida en medio de los dos.
-Deberías llevar puesto mi collar- Automáticamente me toqué el cuello.
-Lo se, lo siento. Cuando volvamos de la fogata me lo pongo, te lo prometo- Sonrió.
-Esta bien. A eso venía, Lanus ya nos está esperando.
Los tres avanzamos en silencio, sin hacer ninguna pregunta. Al llegar al patio, nuestro padre y Rubra ya estaban sentados en unos troncos, hablando. Cuando se percataron de nuestra presencia, se callaron.
-¡Bien, creo que ya podemos empezar!- Exclamó alegremente Lanus, parándose y haciendo ademán a que nos sentáramos.
Tomé asiento, sintiendo el húmedo roce de mi pantalón contra la madera fría y me aferré a la mano de Nox. Este me miró a los ojos y sonrió un tanto preocupado.
Lanus, quien estaba ya listo para encender la fogata, creó el fuego con tal velocidad que ni siquiera me dejó parpadear.
Dolor, nauseas y las quemaduras es lo que sentía dentro de mi cuerpo. Tenía ganas de gritar y salir corriendo como la última vez, pero no podía. A estas instancias tenía afirmado que todo lo que quisiera hacer para estar bien no sería posible. Odiaba mi nueva vida.
-Y bien Nayra, ¿Qué te pareció la cacería?- Preguntó Lanus, queriendo sacar tema de conversación.
-Interesante.
-¿Interesante? Solo tenías que chuparle la sangre a un humano y cortarle la cabeza. ¿Eso te parece interesante?- Sonreí, olvidando por un momento del dolor.
-Si. Es tan interesante como saber porqué te comportas así con la gente, ¿Qué te hizo la vida para que apagues tu sonrisa?- Rubra me miró, indignada.
-Entraste hace días ¿Quién te crees?- “Mi señora” Otra vez esa frase, pero la voz que la pronunciaba era distinta: más joven, más inocente. Giré la cabeza hacia atrás para verificar si había alguien. Nada. Todo estaba tranquilo.
-Ya basta, Rubra.
-Me saca de las casillas.
-Eres la única, a nosotros nos cae muy bien. Sobre todo a Nox- Mascullo Jeobanee, pero yo no los escuchaba, o por lo menos no detenidamente. Quiero decir, sabía de lo que estaban hablando pero no me interesaba. –No seas así, tienes que aceptar que hay gente que no tolera tu comportamiento y tiene las agallas para decírtelo.
“Mi señora, estoy aquí” La voz procedía de mi izquierda y allí estaba el muchacho a quien había asesinado hace unas horas. Parado, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, pálido y con los cabellos rubios alborotados alrededor de su rostro. Una sonrisa se dibujaba sobre él, desconcertada y tímida. De repente, Koslak apareció detrás de él, posicionando una mano en el hombro del chico.
-¿Nayra?- Los dedos de Nox rozaron mi rodilla. -¿Estas bien?- Lo miré a los ojos y me aferré a su cuerpo con fuerzas.
-Si, nada más un poco cansada.

Empecé a temblar, no por el viento seco y frío que rozaba los cuerpos de todos los que estábamos haciendo la fila para entrar al teatro, si no que tiritaba a causa de los nervios.
Nox no iba a pagar treinta libras para ver actuar a alguien que ni siquiera conocía, y es por eso que decidió quedarse esperándome, sentado en el banco de la plaza de enfrente. Quizás leyendo un libro, pero prestándole suma atención a los pensamientos que le ametrallaban la mente: ¿Por qué no tuvimos sexo? Fue la última frase que me dirigió en todo el día. Si hubiera sido una simple chica, con pensamientos de mortal, me habría alejado de él al instante, pero como somos vampiros con una atracción deseosa de placer lo tomé a la ligera. A parte de darme cuenta que todavía no estaba preparada para perder mi virginidad, o por lo menos esperar a que las cosas se calmen un poco, esperar que mi mente este en paz.
-Con que mirando a un punto fijo, ¿eh? Mi madre siempre me decía que cuando una persona hacía eso significaba que estaba prestándole atención a un profundo pensamiento.
-Casi me matas de un susto- Dije totalmente exaltada. El chico rubio, ese nuevo aliado, estaba parado a mi lado, avanzando al mismo tiempo que yo, con el ritmo que nos impedía la cola.
-Lo siento, mi señora.
-¿Qué haces aquí? ¿Por qué me tienen que perseguir a todas partes?- Balbuceé entre dientes.
-Tenemos que protegerla, es muy importante para nuestra ama.
-“Tenemos que protegerla” es lo mismo que me dijo Koslak luego de asesinar a mis padres- Al decir aquello noté como sus ojos celestes se llenaban de lágrimas. Lágrimas que no quería mostrar, porque las rechazó al instante. –Da igual…- Cambié de tema. -¿Cómo te llamas?
-Dean- Me estrechó la mano, formando una sonrisa en su rostro, el cual, con su piel sin imperfecciones y rasgos finos, me hizo dar cuenta que la inocencia no es tan inocente como parece. Detrás de esa mueca se hallaban secretos que necesitaba saber.


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